POR LITO SANTANA.
E l pasado sábado fui testigo de un emocionante acontecimiento. El Comité para el Mejoramiento y Desarrollo de Tamayo (Comedeta) convocó a una gran velada para su relanzamiento. Se trata de una de las organizaciones de más prestigio del municipio de Tamayo, que durante un buen tiempo estuvo en receso.
E l pasado sábado fui testigo de un emocionante acontecimiento. El Comité para el Mejoramiento y Desarrollo de Tamayo (Comedeta) convocó a una gran velada para su relanzamiento. Se trata de una de las organizaciones de más prestigio del municipio de Tamayo, que durante un buen tiempo estuvo en receso.
El acto fue espectacular. La invocación al Todopoderoso estuvo a cargo del reverendo Evaristo Novas y el discurso central lo pronunció el legendario maestro Euribíades Ramírez Cuevas. Fue una pieza de gran valor que concitó grandes aplausos y la atención de los presentes. Hacía muchos años que no se veía en Tamayo un acto de esta envergadura.
El público se deleitó con la actuación de vocalistas noveles que arrancaron vítores y aclamaciones. La veterana Arelis Méndez, considerada la Reina de los Festivales, puso de pie a los espectadores, que le reclamaban que siguiera en el escenario. El mariachi Los Gavilanes, de Arturo Méndez, cerró con broche de oro la jornada interpretando rancheras y corridos mejicanos de todas las épocas.
Momento estelar
E l acto se estremeció cuando llegó el momento de homenajear al periodista y tamayero Osvaldo Santana, quien fue reconocido por haber obtenido el premio Caonabo de Oro hace apenas unos meses. Con el público de pie, Osvaldo recibió la distinción y cuando tuvo que dirigirse a los presentes no pudo evitar las lágrimas. Aquello fue tremendo. Una y otra vez los tamayeros aplaudían para mostrar su orgullo por uno de los hijos de ese pueblo.
Momento estelar
E l acto se estremeció cuando llegó el momento de homenajear al periodista y tamayero Osvaldo Santana, quien fue reconocido por haber obtenido el premio Caonabo de Oro hace apenas unos meses. Con el público de pie, Osvaldo recibió la distinción y cuando tuvo que dirigirse a los presentes no pudo evitar las lágrimas. Aquello fue tremendo. Una y otra vez los tamayeros aplaudían para mostrar su orgullo por uno de los hijos de ese pueblo.
“Pueden venir todos los homenajes, pero lo único que soy es tamayero”, proclamó Osvaldo con la voz entrecortada. Después vino el brindis, y la gente se marchó a su casa pasada la medianoche con un gran recuerdo: relanzaron el Comedeta y rindieron homenaje a uno de los hijos más queridos de Tamayo, Osvaldo Santana.