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martes, 28 de enero de 2014

OPINION: Azúcar, caña y candela

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POR JOSE ANTONIO MATOS PEÑA.

En el largo trayecto de nuestra vida personal, que alcanza a más de medio siglo, hemos visto prácticamente todo tipo  de etapas en el área de influencias del poderoso coloso que ha sido en la economía regional, Ingenio Barahona.  Hemos visto, desde las grandes actividades comerciales promovidas por los pagos frecuentes en el discurrir de cada mes, el empobrecimiento geométrico de sus poblaciones que lo integran, hasta la profética descripción del poeta nacional, cuando entre bellas estrofas enumera los objetos que son del ingenio.

Las importantes crianzas de ganados, bovinos, ovinos y caprinos, reducidas al mínimo al transcurrir   la transformación de Ingenio Barahona a  Consorcio Azucarero, como por arte de magia, lógicamente, con una lógica que es que al vender el ingenio a manos particulares al estado, la institución perdió el brazo social que le era inherente a la condición de parte del estado Dominicano.

Los desperdicios que se genera en la caña, como son el barbojo y el cogollo, no son de el interés de los dueños nuevos o arrendatarios, ni tampoco del interés de ellos el que personas particulares merode en sus lares en busca o pastoreo de animales, todo con un saldo negativo hacia la gente, pero también, por qué no, en algún nivel, generador de hostilidades en momentos.

En el inventario de perdidas del estado y pueblo Dominicano hay que apuntar el azúcar mismo, la energía perdida con los desperdicios vegetales, la pérdida económica de la gente, los nutrientes y salud de los pueblos, la pérdida de empleos, los deterioros medioambientales con productos químicos que por no ser, la empresa, parte de un todo como el estado, no midiera que pasa aguas abajo de sus campos, y finalmente un enemigo del sistema de vida en su conjunto, constituido por el fuego.

Al través de los años hemos visto conatos de  incendios que provocaron redadas de militares y hasta acusaciones infundadas o no hacia figuras políticas en los dolorosos 12 años del doctor Balaguer, y por què no también, fuegos accidentales.

También hemos visto en ese trayecto de vida, la modalidad de incendio dirigido para facilitar evidentemente la mecanización del corte y recolección de la caña, práctica esta que podrá dejar grandes  beneficios a los nuevos propietarios y pérdida  de empleos y oportunidades que alcanza hasta el país más  cercano.