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miércoles, 12 de febrero de 2014

OPINION: Para ser un buen funcionario público.

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Por FELIX BETANCES 
Para Ecos del Sur.

El llegar a dirigir un cargo público en cualquier país del mundo, tiene grandes implicaciones en lo relativo al compromiso que se contrae para poder realizar sus labores con entereza, con eficiencia y sobre todo con mucha responsabilidad.

Es en consecuencia, el primer deber del mismo: ser ecuánime, sosegado, pragmático, visionario, indulgente e inteligente en su manejo y su mandato; es decir que no le baste con mandar, sino con tener don de mando.

En adición a esto, no debe ser sumiso ni debe aceptar lo que los otros quieran imponer o demostrar, pero tampoco debe ser un belicoso y mucho menos un “respondón”.

Necesita tener el don o la facultad de saber o aprender a escuchar, si es que no sabe, y debe ser analítico y reflexivo.

Lo contrario a todo esto, simplemente lo colocarían en el lugar de un pobre diablo, al cual se le ha subido el cargo a la cabeza, que es lo peor que pudiera ocurrirle a cualquier mortal.

Es notorio ver en nuestros medios, a funcionarios que simplemente no aceptan de nadie que les haga críticas a sus gestiones o que reclamen dentro del derecho de que les asiste como ciudadanos, la corrección y el buen manejo público de labores o acciones que ellos realizan en  las cuales tienen participación o representación.

Funcionarios, que a veces quieren justificar cosas que saben que no están bien y que en ocasiones llegan al extremo hasta de ser desafiantes contra quienes hacen algunos reclamos.

Considerar de calumniadores y mentirosos a los que se expresan públicamente en contra de cosas que se quieren mostrar como correctas y que en realidad no lo son, y en la forma en que a veces se hace, no es más que caer en la prepotencia,  la arrogancia y la pedantería. Hay que saber que el pueblo no es ciego, como para no ver la realidad de las cosas.

El buen funcionario se debe al pueblo y su gestión tiene que responder a la diafanidad, debe ser comedido al responder a los que hagan alguna critica o reclamo público, y hacerlo con la altura y la responsabilidad que le imprime su compromiso social.

Hemos visto casos de personas que han sido retirados de cargos públicos, que se han atrevido a decir que sin ellos, esas instituciones se irían al fracaso, porque se han llegado a creer que eran imprescindibles; sin embargo, en poco tiempo la realidad ha demostrado todo lo contrario.
Hay que aprender a ser un buen funcionario público.