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domingo, 16 de marzo de 2014

EDITORIAL DEL LISTIN DIARIO: Las cesteras de Baní

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Baní tiene dos tradiciones que están a punto de desaparecer: la de sus “chuineros” y la de las cesteras, actividades singulares que marcan aspectos de su vida cultural.

Ambas dependen de las destrezas humanas para que puedan alcanzar un nivel de perfección: los “chuineros” son unos recitadores populares de décimas que le cantan al amor, al trabajo y a las cualidades humanas, a pura improvisación, sin libretos previos.

Los hombres que, por décadas, se han ocupado de llevar su poética popular a muchas partes, se están muriendo de vejez, y ya quedan muy pocos. El problema es que sólo pueden sustituirlos aquellos que tengan la gracia de improvisar y armonizar los cuarenta versos octosílabos que configuran sus décimas, y eso no se aprende en las escuelas.

Y por el otro lado están las cesteras, aquellas mujeres que tejían los hilos de guano manso para confeccionar bultos, macutos, árganas y monturas de animales de carga que, tiempos atrás, constituían piezas indispensables en el trajinar campesino.

En Las Tablas, de Baní, escuela primigenia de la cestería rural, apenas quedan los tres últimos exponentes de ese arte, tres ancianas octogenarias que no han encontrado todavía a quien trasmitir y enseñar sus conocimientos, para que puedan vivir del oficio.

Se nos ocurre que todavía se puede hacer algo para mantener ambas tradiciones, pero en el caso de las cesteras, bastaría que se disponga la creación de una escuela que saque mayores provechos al arte de tejer el guano u otras variedades de palmas, para que no sea tan solo árganas y macutos, sino otras piezas que enriquezcan la oferta de “souvenires” para turistas o para la decoración y las necesidades hogareñas.