POR PRAEDE OLIVERO FELIZ
Para ECOS DEL SUR
Con el accidente fatal del minibús de Tamayo y la patana, en el que han muerto nueve personas y muchos están heridos, vino a mi memoria el accidente del minibús de Galván, en el que murieron 13 personas, entre ellas la madre de mi asistente Hermógenes Castillo, en el cual socorrí a varios heridos y fui el testigo principal del proceso penal, pues yo estaba detrás de la patana o cabezote.
Cuando ocurre el accidente del minibús y la patana por Tábara, vengo en la carretera Sánchez, por los pilones, lugar en el que se trabaja en la ampliación lateral de la vía y sufro la imprudencia de los chóferes.
Los trabajadores que controlan el transito con boquitoqui no pueden con la falta de educación de los chóferes, con el caos que arman para pasar primero, haciendo hasta cuatro filas de cada lado, de tal modo que los vehículos se encuentran de frente y nadie puede pasar.
Me encontraba camino a San Juan para participar en el acto por el 39 aniversario del asesinato del periodista Orlando Martínez, ocupaba el frente, el primer lugar de la fila de vehículos que esperaba que pasen los de vía contraria para que le den paso, pero se atravesaron tres vehículos para cortarme el paso, con voceadera e insultos incluidos.
El primer imprudente fue el chofer del camión Daihatsu, rojo, placa C279902, que se colocó a mi derecha, el segundo fue el chofer del minibús ficha F-27 de Sinchomiba, que se colocó a mi izquierda, este no habló y el tercero fue el minibús de Azua placa I 057672, que casi rayando mi vehículo pasó entre el mismo y el camión rojo, con una andanada de malas palabras, como un león en la selva.
Las circunstancias eran para que varios AMET se colocaran al frente del tránsito y el orden, pero no había ni uno, aun cuando al llegar a los pueblos usted los ve apiñados en semáforos que funcionan.
Es un asunto de educación elemental, de educación vial, de manejo de deberes y derechos de los ciudadanos y en especial de los conductores.
Tenemos que prepararnos para un mejor país, pero eso pasa por tener en el caso mejores chóferes y mejores ciudadanos.
Los chóferes no pueden echar carreras en las vías, no pueden andar en competencias, los de los vehículos grandes no pueden abusar de los vehículos pequeños, provocando accidentes fatales.
Recuerden el dicho, es mejor perder un minuto en la vida y no la vida en un minuto, como se perdieron las de Tamayo, fruto del exceso de velocidad y la imprudencia de los chóferes.
Para ECOS DEL SUR
Con el accidente fatal del minibús de Tamayo y la patana, en el que han muerto nueve personas y muchos están heridos, vino a mi memoria el accidente del minibús de Galván, en el que murieron 13 personas, entre ellas la madre de mi asistente Hermógenes Castillo, en el cual socorrí a varios heridos y fui el testigo principal del proceso penal, pues yo estaba detrás de la patana o cabezote.
Cuando ocurre el accidente del minibús y la patana por Tábara, vengo en la carretera Sánchez, por los pilones, lugar en el que se trabaja en la ampliación lateral de la vía y sufro la imprudencia de los chóferes.
Los trabajadores que controlan el transito con boquitoqui no pueden con la falta de educación de los chóferes, con el caos que arman para pasar primero, haciendo hasta cuatro filas de cada lado, de tal modo que los vehículos se encuentran de frente y nadie puede pasar.
Me encontraba camino a San Juan para participar en el acto por el 39 aniversario del asesinato del periodista Orlando Martínez, ocupaba el frente, el primer lugar de la fila de vehículos que esperaba que pasen los de vía contraria para que le den paso, pero se atravesaron tres vehículos para cortarme el paso, con voceadera e insultos incluidos.
El primer imprudente fue el chofer del camión Daihatsu, rojo, placa C279902, que se colocó a mi derecha, el segundo fue el chofer del minibús ficha F-27 de Sinchomiba, que se colocó a mi izquierda, este no habló y el tercero fue el minibús de Azua placa I 057672, que casi rayando mi vehículo pasó entre el mismo y el camión rojo, con una andanada de malas palabras, como un león en la selva.
Las circunstancias eran para que varios AMET se colocaran al frente del tránsito y el orden, pero no había ni uno, aun cuando al llegar a los pueblos usted los ve apiñados en semáforos que funcionan.
Es un asunto de educación elemental, de educación vial, de manejo de deberes y derechos de los ciudadanos y en especial de los conductores.
Tenemos que prepararnos para un mejor país, pero eso pasa por tener en el caso mejores chóferes y mejores ciudadanos.
Los chóferes no pueden echar carreras en las vías, no pueden andar en competencias, los de los vehículos grandes no pueden abusar de los vehículos pequeños, provocando accidentes fatales.
Recuerden el dicho, es mejor perder un minuto en la vida y no la vida en un minuto, como se perdieron las de Tamayo, fruto del exceso de velocidad y la imprudencia de los chóferes.