POR FELIX BETANCES
Para Ecos del Sur.
Generalmente, cuando se lee un nombre como este como titular en cualquier escrito, lo primero que la gente tiende a pensar, es que se trata de una figura religiosa de esas que por su dedicación a hacer el bien a la humanidad en la tierra, llegan a ocupar lugares especiales en la conciencia de la gente y que son exaltadas por algunas Iglesias especialmente por la Iglesia Católica Romana.
Es lo más natural que así suceda, debido a las virtudes que esos Seres desarrollan y comparten con sus semejantes a los cuales tratan de ayudar a encaminarse por el camino del bien común, a pesar de que existen las corrientes religiosas adversas que no concilian con este accionar o con la forma de elevarlos a tan altos sitiales. Pero por el momento, no vamos a entrar en cuestionamientos ni en razonamientos al respecto ya que nos referiremos a otra cosa.
No se trata aquí de “La Santa Elena”, sino de Santa Elena, un pequeño pero importante terruño ubicado en la parte oeste de la ciudad de Barahona, a poco más de 10 kilómetros.
Es una zona de importantes atractivos turísticos desde donde se avista toda la geografía de la capital de la Provincia y varios pueblos aledaños, además de la vista hacia el Mar, en varias millas de distancia, incluyendo la majestuosa vista del la loma conocida como “Loma del Curro”, la cual dicho sea de paso, sirve de muro de choque o muralla que desvía los fenómenos naturales tales como ciclones tropicales, que cada año nos amenazan durante la llamada temporada ciclónica.
Elena, es una Santa que no ha sido canonizada ni por los gobiernos que hemos tenido en las últimas décadas, pero tampoco por los feligreses locales que la habitan, muchos de los cuales, son propietarios de buenas porciones de terrenos o Fincas en su área o en su entorno, con muy buenas inversiones.
La contradicción está, en que siendo un espacio tan importante y estar ubicado tan cerca de la ciudad, cuenta con una vía de acceso en deplorables condiciones por la que hasta en mulos o caballos se hace difícil transitar.
En esa zona, habitan decenas de familias de labriegos que producen el sustento de sus familias a los cuales, se les hace muy difícil sacar los productos que obtienen con el sudor de sus frentes, quienes lamentablemente, no cuentan con otras fuentes de ingresos.
Es cierto que el Estado como tal, es quien tiene la obligación constitucional de resolver los principales problemas que aquejan a los ciudadanos en estas condiciones, partiendo del hecho de que estas necesidades deben resolverse con los ingresos generales que abarcan lo que es el pago de impuestos y contribuciones de los ciudadanos y ciudadanas; pero ¿qué hacen los habitantes y propietarios de fincas, villas y otros espacios con inversiones cuantiosas de la zona?. Por lo que se ve, no hacen nada.
Nos permitimos solicitar a las autoridades del gobierno, acudir a la mayor brevedad posible a solucionar este mal que aqueja a toda una comunidad, pero también llamamos a los comunitarios a que hagan algo que ellos sí pueden hacer, en lo que llega la mano del gobierno. O ¿Es que son tan insolventes o miserables?.
