POR ÁGUEDA RAMÍREZ DE RODRÍGUEZ,
para Ecos del Sur.
El sobrenombre Figurín lo ganó al igual que su esposa cuando, residiendo ambos en la ciudad Capital en 1961, eran muy delgados y por eso los vecinos decían sobre ellos: “parecen un figurín”, aludiendo a los modelos de los catálogos de modas.
Hijo de Don Enrique Tejera y Doña Herminia Valerio, nació en Gurabo, Santiago de los Caballeros, el 13 de junio de 1943, donde cursó los estudios del nivel primario de la educación. En 1962 contrajo matrimonio con Rosa Valdez, con quien procreó seis hijos.
Siendo muy joven se trasladó a la ciudad Capital, donde se dedicó al comercio y a otras actividades productivas en procura del sustento propio y de su familia. Desde allí se desplazaba a bordo de una camioneta provista de bocinas hacia Santiago de los Caballeros, san Juan de la Maguana, Azua y a esta ciudad de Barahona, así como a lugares cercanos para vender sus mercancías. Dice Doña Rosa, su viuda, que, nacido de una familia de comerciantes, tenía gracia para los negocios siendo su lema: “el cliente es lo primero”.
En 1972 se estableció en esta ciudad de Barahona. Aquí instaló en 1974 la quincallería FIGURÍN-FIGURÍN, un próspero negocio que se distinguió por los precios bajos y por las amables atenciones de su propietario y de todo su personal. Con sus empleados estableció excelentes relaciones y, cada 31 de diciembre y 1ero. de mayo, ofrecía una fiesta para agasajarlos.
Antonio de Jesús Valerio -FIGURÍN- se distinguió por su temperamento afable y por su preocupación por ayudar a los más necesitados, a la vez que sociable y amigo de los pobres, particularmente de los niños y fue un gran colaborador de instituciones como la Iglesia Católica a la cual proporcionaba ayuda para los presos y para los canillitas, la Cruz Roja Dominicana comité de Barahona, y los Bomberos Civiles, llegando a ostentar en esta última institución el rango de Capitán. Miembro del Club de Dominó, llegó a ocupar la presidencia del mismo. Recibió reconocimientos de parte del Cuerpo de Bomberos Civiles y de la Cruz Roja Dominicana, comité de Barahona.
El sobrenombre Figurín lo ganó al igual que su esposa cuando, residiendo ambos en la ciudad Capital en 1961, eran muy delgados y por eso los vecinos decían sobre ellos: “parecen un figurín”, aludiendo a los modelos de los catálogos de modas.
Hijo de Don Enrique Tejera y Doña Herminia Valerio, nació en Gurabo, Santiago de los Caballeros, el 13 de junio de 1943, donde cursó los estudios del nivel primario de la educación. En 1962 contrajo matrimonio con Rosa Valdez, con quien procreó seis hijos.
Siendo muy joven se trasladó a la ciudad Capital, donde se dedicó al comercio y a otras actividades productivas en procura del sustento propio y de su familia. Desde allí se desplazaba a bordo de una camioneta provista de bocinas hacia Santiago de los Caballeros, san Juan de la Maguana, Azua y a esta ciudad de Barahona, así como a lugares cercanos para vender sus mercancías. Dice Doña Rosa, su viuda, que, nacido de una familia de comerciantes, tenía gracia para los negocios siendo su lema: “el cliente es lo primero”.
En 1972 se estableció en esta ciudad de Barahona. Aquí instaló en 1974 la quincallería FIGURÍN-FIGURÍN, un próspero negocio que se distinguió por los precios bajos y por las amables atenciones de su propietario y de todo su personal. Con sus empleados estableció excelentes relaciones y, cada 31 de diciembre y 1ero. de mayo, ofrecía una fiesta para agasajarlos.
Antonio de Jesús Valerio -FIGURÍN- se distinguió por su temperamento afable y por su preocupación por ayudar a los más necesitados, a la vez que sociable y amigo de los pobres, particularmente de los niños y fue un gran colaborador de instituciones como la Iglesia Católica a la cual proporcionaba ayuda para los presos y para los canillitas, la Cruz Roja Dominicana comité de Barahona, y los Bomberos Civiles, llegando a ostentar en esta última institución el rango de Capitán. Miembro del Club de Dominó, llegó a ocupar la presidencia del mismo. Recibió reconocimientos de parte del Cuerpo de Bomberos Civiles y de la Cruz Roja Dominicana, comité de Barahona.
Tras padecer durante varios meses quebrantos de salud a causa de una afección en las vías respiratorias causada por el hábito de fumar, falleció en su hogar de esta ciudad de Barahona, el 26 de junio de 1997, a la edad de 64 años, no sin antes aceptar a Cristo como su Salvador.
