POR JOSE PRADO JIMENEZ
Desde Carolina del Norte para ECOS DEL SUR.
Todos somos compromisarios de proveer a la sociedad presente y a las generaciones venideras, de un legado que de como resultado, ciudadanos debidamente formados para obrar bien. Hogar, escuela, iglesia y toda la fuerza viva de la nación, estamos en el deber común de asumir la responsabilidad de ofrecer una educación para niños y jóvenes, cimentada en principios y valores que los lleve hasta la adultéz, con la identidad de ser personas en quienes la justicia y el amor sean emblemas que caractericen su personalidad.
Desde Carolina del Norte para ECOS DEL SUR.
Todos somos compromisarios de proveer a la sociedad presente y a las generaciones venideras, de un legado que de como resultado, ciudadanos debidamente formados para obrar bien. Hogar, escuela, iglesia y toda la fuerza viva de la nación, estamos en el deber común de asumir la responsabilidad de ofrecer una educación para niños y jóvenes, cimentada en principios y valores que los lleve hasta la adultéz, con la identidad de ser personas en quienes la justicia y el amor sean emblemas que caractericen su personalidad.
Cómplices seríamos, si nos cruzamos de brazos ante la barbarie que se ha convertido en elemento trastornador de la convivencia humana, en nuestra sociedad.
Pero, todo esfuerzo por la superación mediante la enseñanza de esos principios y valores terminaría solamente en ser fallido intento, si en los diferentes estamentos de la sociedad, y más específicamente del Estado, los hombres y mujeres que están en eminencia, no aportan el respaldo necesario con testimonio de probidad.
Nuestro país ha estado inmerso en una situación que amenaza con llevarlo a una total ruina moral. El hogar que es la fuente que provee de hombres y mujeres a la sociedad, está, en número apreciable, carcomido por la inmoralidad y la depravación sexual, expresada en la falta de fidelidad entre las parejas; el menosprecio por la ética en la administración de los bienes del pueblo; la facilidad con que le es quitada la vida a un ser humano y es evadida la justicia; la impunidad de que muchos gozan..., muestran la deplorable situación en que nos encontramos. El cambio de rumbo es urgente.
No podemos ignorar, que se ha hecho algún esfuerzo; pero no lo suficiente para la eliminación de todo este mal.
Al ciudadano Presidente de la República, Danilo Medina, le cabe la honra de estar conduciendo al país, en un accionar que lo identifican como celoso, moralizador...Y estimo que ha sido muy sabio, al interpretar los factores internos y externos que gravitan imponiendo la prudencia en sus determinaciones. Así, lo hemos visto como ha enfrentado los asuntos de política exterior, frente a la situación reciente con nuestro vecino, Haití; y frente a su trato con la minera que depreda nuestros recursos , tras un contrato aprobado por enemigos internos, algunos de los cuales tuvieron la desvergonzada actitud de expresar públicamente, que "ni lo leyeron".
Sabemos que alto difícil le sería a un presidente conducir gobierno sin armonía con los cuerpos legislativos. Es una relación indispensable. Podemos decir: obligada.
Pero, tenemos unas elecciones a la vuelta de la esquina. Muchos de esos legisladores estarán aspirando: unos a ser reelegidos, otros, a ser elegidos para otra posición. El pueblo dominicano debe recordar, que solamente ocho de ellos no entraron en el vergonzoso contubernio que ha comprometido los intereses del pueblo, otorgándole el derecho de explotación de nuestros recursos auríferos, a la Barry Gold.
Las próximas elecciones, es ocasión propicia para pasarle factura a las autoridades , tanto legislativas como ejecutivas que estuvieron entonces, y que ahora aspiran, por haber denigrado a la nación con la aprobación del referido contrato, y con otras tantas cosas que se han venido conociendo por denuncias externas, y aun desde lo interno de ambas cámaras legislativas.
Privilegiarlos con nuestros votos, es complicidad.