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POR SANTOS SALVADOR CUEVAS
Para Ecos del Sur
La libertad de expresión, de asociación, creencias religiosas y el libre tránsito, constituyen conquistas históricas ya inalienables del pueblo dominicano; las que no se alcanzaron como legado, ni de políticos, ni de empresarios algunos, sino resultado de una lucha y resistencia legendaria del pueblo, galvanizada con la sangre y la vida sacrificada por decenas de hombres y mujeres durante un trayecto, como ya dijimos, legendario y largo.
Es decir, ni yo ni ningún ciudadano debe ser perseguido, maltratado ni reprimido por verter posiciones de pensamiento distinto a quien maneja o controla el poder político o el medio de comunicación.
Lo que acaba de acontecer en un medio de comunicación de prestigio y difusión regional contra un comunicador social, específicamente en Barahona, es una negación a esa conquista histórica del dominicano. Esa intolerancia, que raya en la ridiculez, está desfasada y, más que una agresión contra un periodista, llámese José Corniell o como se llame, es una burda agresión a la libertad y a todo el cuerpo informático de la nación.
Quien ha quedado descalificado y auto retratado de tiránico, es el medio; en ninguna sociedad hay democracia sino hay libertad para hablar, ningún país se desarrollo si sus ciudadanos viven amordazados y a merced sus acciones de quien controla el medio, y peor aun si lo hace con un látigo en las manos.
El Colegio de Periodista debe tomar carta en el asunto y, convertido en parte civil, acudir a los tribunales en reclamo de un Recurso de Amparo para el periodista perseguido.
Dejar pasar por alto este atropello, puede ser una mala señal y un indicativo de que estamos retrocediendo hacia los 70.
Para Ecos del Sur
La libertad de expresión, de asociación, creencias religiosas y el libre tránsito, constituyen conquistas históricas ya inalienables del pueblo dominicano; las que no se alcanzaron como legado, ni de políticos, ni de empresarios algunos, sino resultado de una lucha y resistencia legendaria del pueblo, galvanizada con la sangre y la vida sacrificada por decenas de hombres y mujeres durante un trayecto, como ya dijimos, legendario y largo.
Es decir, ni yo ni ningún ciudadano debe ser perseguido, maltratado ni reprimido por verter posiciones de pensamiento distinto a quien maneja o controla el poder político o el medio de comunicación.
Lo que acaba de acontecer en un medio de comunicación de prestigio y difusión regional contra un comunicador social, específicamente en Barahona, es una negación a esa conquista histórica del dominicano. Esa intolerancia, que raya en la ridiculez, está desfasada y, más que una agresión contra un periodista, llámese José Corniell o como se llame, es una burda agresión a la libertad y a todo el cuerpo informático de la nación.
Quien ha quedado descalificado y auto retratado de tiránico, es el medio; en ninguna sociedad hay democracia sino hay libertad para hablar, ningún país se desarrollo si sus ciudadanos viven amordazados y a merced sus acciones de quien controla el medio, y peor aun si lo hace con un látigo en las manos.
El Colegio de Periodista debe tomar carta en el asunto y, convertido en parte civil, acudir a los tribunales en reclamo de un Recurso de Amparo para el periodista perseguido.
Dejar pasar por alto este atropello, puede ser una mala señal y un indicativo de que estamos retrocediendo hacia los 70.
Qué vergüenza, eh.
