POR JOSÉ PRADO JIMÉNEZ,
Desde Carolina del Norte para Ecos del Sur.
Desde Carolina del Norte para Ecos del Sur.
Cada día alguna vía de tránsito de nuestro país es manchada por sangre, a causa de un accidente de vehículo de motor, que dejan una secuela realmente perniciosa: muertes, heridos con lesiones que los deja con trastornos funcionales, pérdidas de propiedades y de recursos financieros.
Esto crea una situación de cambio muy negativo: Los muertos dejan en desamparo a sus familia, muchas veces en un estado de vulnerabilidad tal, que nunca más se recuperan; y los heridos disfuncionales, convertidos en cargas temporales y a veces permanentes, para los suyos y para la sociedad.
En el último informe de la Organización Mundial de la Salud(OMS), correspondiente al año 2013, coloca a la República Dominicana en el segundo lugar como el país con mayor número de muertes de accidente de tránsito, en la escala mundial, en la proporción establecida de 41.7 por cada 100,000 (cien mil) habitantes.
Este país cuenta con estudios que reflejan las causas principales de accidentes de tránsito, tan detallados, que presentan, incluso, días y horas con mayor ocurrencia.
Asumo, que de estudios semejantes se han servido las autoridades dominicanas, para la creación de diferentes organismos, cuya función es la de regular todo lo relacionado al transporte, de tal manera, que todos podamos contar con una seguridad vial, que anule la consideración de”. factor de riesgo” que ahora tiene. Además, este país cuenta con la Ley 241, sobre tránsito terrestre, que establece castigo con pena de dos a cinco años de prisión y multas que, aunque son muy livianas, cuentan a la hora de hacerlas efectivas. No obstante, las acciones de los más de cinco organismos y la aplicación de la citada ley, han resultado ineficaces; pues la tendencia es a incrementar la cifra de accidentes y muertes.
Las autoridades deben hacer una reflexión, en qué será de nuestras ciudades, autopistas y carreteras, dentro de 10, 15, 20 años, sin acciones efectivas. La población crece y se incrementa el número de vehículos en circulación; estos son factores que harán más complejo el tránsito y la proyección de muertes será una desgracia mayúscula, dadas su consecuencias.
¿Qué es lo que no se ha hecho?
Se impone una educación vial , y al mismo tiempo una mayor drasticidad en la aplicación de la Ley.
Es necesaria una educación vial efectiva; que comience en el jardín de infantes y corra a través de los años, de tal manera, que al alcanzar el octavo grado, tengamos ciudadanos dotado de la prudencia suficiente, para comportarse en las diferentes vías, ya conduciendo un vehículo de motor, un animal que use de transporte, o como peatón.
Para que esa educación sea efectiva, tiene que ser objetiva. El salón debe contar con el material didáctico: carritos, señales de tránsito, películas…; y maestros capacitados, que efectivicen la acción, con vivencias en esa etapa tan importante en el aprendizaje del ser humano. Pero sobre todo, para garantizar un éxito total, esa formación debe estar, necesariamente transversalizada por el cultivo de valores como: el amor y el respeto a la vida humana.
Concomitantemente, el Estado, en acciones coordinadas con sus organismos oficiales, a los cuales compete: Los Ministerios de Educación, Obras Públicas y Comunicaciones, Policía; los gobiernos municipales; la colaboración de los medios de comunicación radial y televisivos, una campaña educativa que alcance la población adulta.
La propuesta de una educación vial, no es una ilusión, no es un concepto vacío. Si tomamos en consideración que uno de los datos publicados en una sección de los informes publicados es, que el 90% de los muertos en carretera se producen en los países de ingresos bajos y medianos. Esta condición (bajo ingresos) se traduce en baja educación. En esta posición está la Republica Dominicana.
Sabemos que ha habido cierto esfuerzo de parte de las autoridades para abolir, o al menos, aliviar el problema, especialmente , en las épocas del año que son cruciales, como Semana Santa y Navidad; lo logrado no satisface, a pesar del despliegue de publicidad y controles establecidos en sitios estratégicos, ¿Por qué? Es que la educación no es un asunto de una semana; es un proceso que debe iniciarse desde la primera etapa de la vida del individuo, y debe tener cierta continuidad, para que esté en capacidad de hacer ajustes para el bien obrar, en el espacio y el tiempo de toda su existencia