POR ALEJANDRO SANTANA
En sociedades, donde el Estado no es dueño de empresas ni tiene cadenas de comunicación, la prensa es libre, los periodistas no tienen que rendir pleitesías, so pena que este decida ser objeto de alguien.
Es su libre decisión, ahora hay que diferenciar la venta de una publicidad, hay que estar claro que te promuevo un producto y me pagas por esa labor, ahora si me contratas para ser tu vocero ya es otra cosa.
Usualmente los periodistas no somos cadenitas de oro para caerle bien a todos, somos, o nos sentimos una especie de seres libres con libertad de escribir, cosas del momento.
Ahora a los periodistas se les exige, ser honestos, objetivos, libres, pero esas cualidades que debemos exhibir, muchas veces están sujetas a las necesidades de cada profesional.
Un profesional que vive el día a día, que debe pagar luz, Internet, mantener una familia, rozarse con diferentes ciudadanos, políticos, funcionarios y caerle bien a la mayoría es un periodista fuera de serie.
Lo digo por experiencia propia, por los problemas que he observado que han confrontado amigos, colegas en su ejercicio, cuando tienen que decir verdades que molestan a muchos.
Pero siempre habrá esos problemas, porque el ejercicio del periodismo en esta sociedad demandara objetividad, objetividad que en ocasiones es muy difícil por lo dependiente que es ese profesional, de los políticos, de los funcionarios que mayormente son la fuente de sostén en sus vidas.
Cruda realidad y quien tenga las agallas de negarlo, deja de ser objetivo, en un sistema político donde no hay empleos ni protección para periodistas, que por el contrario los pocos empleos que hay se han venido perdiendo.
En una sociedad donde el que se decide al ejercicio del periodismo, es un ciudadano de a pie, es hijo de la vulnerabilidad, está sujeto a las tentaciones y tiene que decidir si acepta o sigue su vida envuelto en las limitaciones económicas.