POR VINICIO LÓPEZ
Para Ecos del Sur
La construcción de hospitales no puede estar sujeta a criterios emocionales o a caprichos. Las normas establecen bien claramente en cuales lugares deben ser edificados en función de la población beneficiaria, el acceso a los servicios, niveles de complejidad necesarios para la prestación de los servicios de salud, proximidad entre uno y otro establecimiento sanitario, además de la productividad.
Nuestra región dispone de 14 establecimientos hospitalarios públicos para una población de poco más de 330, 000 habitantes según cifras preliminares del último censo nacional. Midiendo las distancias que separan a unos de los otros, calculando el índice mensual y anual de ocupación de camas por cada centro llegamos a la conclusión de que, muchos de ellos debieran ser más bien transformados en zonas básicas de salud para ampliar la cobertura de servicios del primer nivel de atención, fortaleciendo por demás la estrategia de atención primaria en salud con la cual se resuelven entre el 70 y el 80% de los problemas.
Estas zonas básicas de salud deben ser dotadas de las herramientas necesarias, insumos y recursos humanos calificados para que la cobertura y la capacidad resolutiva disminuyan al mínimo la afluencia de los usuarios a los hospitales a consultas no especializadas, a realizarse estudios diagnósticos simples y las complicaciones de enfermedades que se convierten a veces innecesariamente en hospitalizaciones.
La edificación de un hospital, el equipamiento, el mantenimiento, el suministro de insumos y los recursos humanos conllevan una alta inversión que debe ser bien justificada en términos de rentabilidad social. Unidades de Atención Primaria (UNAPs) bien equipadas y abastecidas, un efectivo sistema de referencia y contrarreferencia siguiendo los niveles establecidos y un servicio de ambulancia eficaz con paramédicos bien entrenados es la clave para resolver la inmensa mayoría de las urgencias médicas comunitarias. Cada zona básica de salud deberá contar proporcionalmente con el número de UNAPs que demande su población. Así de simple, aunque no lo parezca.
Para Ecos del Sur
La construcción de hospitales no puede estar sujeta a criterios emocionales o a caprichos. Las normas establecen bien claramente en cuales lugares deben ser edificados en función de la población beneficiaria, el acceso a los servicios, niveles de complejidad necesarios para la prestación de los servicios de salud, proximidad entre uno y otro establecimiento sanitario, además de la productividad.
Nuestra región dispone de 14 establecimientos hospitalarios públicos para una población de poco más de 330, 000 habitantes según cifras preliminares del último censo nacional. Midiendo las distancias que separan a unos de los otros, calculando el índice mensual y anual de ocupación de camas por cada centro llegamos a la conclusión de que, muchos de ellos debieran ser más bien transformados en zonas básicas de salud para ampliar la cobertura de servicios del primer nivel de atención, fortaleciendo por demás la estrategia de atención primaria en salud con la cual se resuelven entre el 70 y el 80% de los problemas.
Estas zonas básicas de salud deben ser dotadas de las herramientas necesarias, insumos y recursos humanos calificados para que la cobertura y la capacidad resolutiva disminuyan al mínimo la afluencia de los usuarios a los hospitales a consultas no especializadas, a realizarse estudios diagnósticos simples y las complicaciones de enfermedades que se convierten a veces innecesariamente en hospitalizaciones.
La edificación de un hospital, el equipamiento, el mantenimiento, el suministro de insumos y los recursos humanos conllevan una alta inversión que debe ser bien justificada en términos de rentabilidad social. Unidades de Atención Primaria (UNAPs) bien equipadas y abastecidas, un efectivo sistema de referencia y contrarreferencia siguiendo los niveles establecidos y un servicio de ambulancia eficaz con paramédicos bien entrenados es la clave para resolver la inmensa mayoría de las urgencias médicas comunitarias. Cada zona básica de salud deberá contar proporcionalmente con el número de UNAPs que demande su población. Así de simple, aunque no lo parezca.