Distinguido señor presidente:
Visitar el municipio de Tamayo hoy, es algo que entristece. Pensar en lo que fuimos una vez nos llena de amargura y de pesar.
El abandono y el deterioro en que se encuentra esta comunidad embarga a sus munícipes en un desconsuelo solo comparado con la pérdida de un ser querido.
Pensar que una vez fuimos uno de los pueblos más prospero y pujante de todo la geografía nacional es más que un motivo para sentirnos sumergidos en un estado depresivo imperecedero, hemos recibido decenas de visitas, e incontables promesas y aun nada, pero permítanos decirle señor presidente que aún no hemos perdido la esperanza.
Los niveles de contaminación a los que nos exponemos cuando cae una gota de lluvia en el municipio es algo realmente alarmante; nuestras calles parecen grandes océanos y el sistema de alcantarillado una gran olla de presión que vierte agua hacia arriba cargada de vapores y hedor impidiendo obtener aquello que aun la humanidad no ha puesto costo ‘’ el aire para respirar’’.
En ocasiones y sin intención de serlo hemos llegados a convertirnos en hombres y mujeres iracundos/a, al esbozar frases como: Ojala que no llueva, esta maldita lluvia, dios mío para el agua. Hasta nuestros ancianos han tenido que recurrir a sus viejos métodos de voltear escobas boca arriba como una forma de aunar esfuerzo para que la vendita lluvia pare.
Señor presidente las lluvias se han convertido en nuestro principal enemigo, entran a nuestros hogares sin tocar puerta, y de forma súbita nos arrebata el sueño y la tranquilidad, hace poco más de una década dormir bajo lluvia en mi municipio era algo que todos disfrutábamos a plenitud ‘’ no tengo palabras para descífralo, señor presidente’’ escuchar las primeras gotas de lluvia caer en nuestros tejado era sinónimo de un sueño placentero.
La gente se levantaba alegre! hoy entiendo las razones!
En la actualidad y muy lamentable señor presidente vivimos sumergidos en el más atroz de los miedos; aborrecemos la lluvia, preferimos ahogarnos en un mar de polvo y tierra, pero que por favor no llueva.
Señor presidente, estas palabras nos salen de lo más profundo de nuestros corazones, ya entendimos que con protestas, tiradera de piedra y quema de neumáticos nada se resolverá ‘’ tampoco lo haremos ‘’ pero por favor señor presidente venga en nuestro auxilio, Tamayo le espera y necesita.
Saludo, Sin más por el momento se despide.
José Valentín Pérez