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lunes, 1 de diciembre de 2014

OPINION: Otra vez la justicia cogió piedra para el más chiquito (y II)

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Así las cosas, los políticos irresponsables que han dirigido al país le han dejado al gran capital nacional e internacional la orientación en alimentación y deporte que recibe la población. Y como la competencia entre sus integrantes es feroz y sin principio, han inventado las más perversas formas de captar y retener a los consumidores, al extremo de que han logrado alienarlos al punto de robotizarlos. Y un robot es un robot, que recibe órdenes, y obedece. No un ser humano, que piensa, que reflexiona, que toma decisiones en función de sus interese y expectativas.

De modo que el comportamiento de la joven madre que dio cerveza a su niñita es normal, para ella, claro está.  Ha visto que esa cerveza ha organizado y promovido inúmeros eventos deportivos y festivales musicales, y que muchos artistas y medios radiales y televisivos manifiestan agradecimiento eterno a dicha bebida, y que cada vez que ha habido una fiesta en sus alrededores ha sido promovida por esa misma cerveza.

Siendo ella además un resultado de una educación en extremo deficiente y que no promueve valores,  y de una moda de ponerlo todo en las redes sociales para llamar la atención y con ello salir del anonimato, terminó creyendo que ese comportamiento era plausible y hasta que con ello le hacía un bien a su querida niñita. El más lego de los legos puede demostrar que erró en el medio, pero corresponde a un sabio determinar si su fin no era bueno.

 Esa joven madre, aunque usted no comparta mi propuesta, es una alienada social que no está consciente del daño le hace a su criatura, y que se hace ella misma, como no lo está la madre alienada mental que sale a caminar desnuda por el centro de la ciudad con su niña en los brazos.

Eso sí, entre las dos alienadas descritas hay una gran diferencia, y es que la última padece un trastorno mental donde se combinan de manera compleja elementos biológicos, psicológicos y sociales, mientras la primera es víctima de un estilo de gobernar que concentra las riquezas en una minoría, y en cambio condena a la mayoría de las personas a vivir en la pobreza, las  instrumentaliza, y las  convierte en objetos, sin identidad y sin autodeterminación.

Pero… Ya lo dijo la sabiduría popular: tanto va el cántaro al agua, hasta que un día se desfonda.