POR SANTOS SALVADOR CUEVAS
Para Ecos del Sur
Con el derrumbe del Muro de Berlín, en 1989, y el desplome de la Unión Soviética y el Bloque Socialista en la Europa del Este, en 1991, etapa que se identifica en la historia como el fin de la Guerra Fría, que se caracterizó por la disputa entre el capitalismo y el socialismo por el reparto y los controles de influencia a escala planetaria, que se inició poco tiempo después de finalizar la 2da Guerra Mundial.
Esa disputa, acoso, vigilancia y agresiones a naciones muchas veces ajenas a los poderes hegemónicos que imperaron a escala planetaria durante más de 30 años, debió realmente finalizar en el mismo momento en que claudicó la Europa del Este, como expresión del socialismo puro que servía de contra parte a los poderes hegemónicos occidentales.
Más, no fue así, pues hasta el día de hoy, esa cadena de agresiones, de vigilancia, calumnias y bloqueo comercial, como eslabón cardinal y expresión de la Guerra Fría persiste en el Caribe, pues la Cuba socialista no ha recibido tregua desde el mismo momento en que decidió ser nación independiente y soberana.
La Guerra Fría en el Caribe no ha terminado aun, ni la misma apertura de relaciones diplomática que anunciaran los presidentes de Cuba y Estados Unidos de América, Raúl Castro y Barack Obama, no han detenido aun ese adefesio criminal y brutal llevado a cabo de manera sistemática durante más de 5 décadas.
El mundo ha recibido con beneplácito tan importante y valiente decisión de restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, pero lo inaceptable y vergonzoso es permanecer con este bloqueo comercial contra un país pequeño. Es oportuna la llegada del año 2015, para que los Estados Unidos de América asuman el clamor de las naciones del mundo que demandan el fin de este bloqueo criminal, sólo cuando ese acontecimiento surja podemos decir que –por fin- terminó la Guerra Fría que aún perdura contra un país pequeño en estos lares del mundo.
Solo entonces se completa el ciclo que en el 2014 iniciaran Barack Obama y Raúl Castro, que no deja de ser un anhelo global.
Con el derrumbe del Muro de Berlín, en 1989, y el desplome de la Unión Soviética y el Bloque Socialista en la Europa del Este, en 1991, etapa que se identifica en la historia como el fin de la Guerra Fría, que se caracterizó por la disputa entre el capitalismo y el socialismo por el reparto y los controles de influencia a escala planetaria, que se inició poco tiempo después de finalizar la 2da Guerra Mundial.
Esa disputa, acoso, vigilancia y agresiones a naciones muchas veces ajenas a los poderes hegemónicos que imperaron a escala planetaria durante más de 30 años, debió realmente finalizar en el mismo momento en que claudicó la Europa del Este, como expresión del socialismo puro que servía de contra parte a los poderes hegemónicos occidentales.
Más, no fue así, pues hasta el día de hoy, esa cadena de agresiones, de vigilancia, calumnias y bloqueo comercial, como eslabón cardinal y expresión de la Guerra Fría persiste en el Caribe, pues la Cuba socialista no ha recibido tregua desde el mismo momento en que decidió ser nación independiente y soberana.
La Guerra Fría en el Caribe no ha terminado aun, ni la misma apertura de relaciones diplomática que anunciaran los presidentes de Cuba y Estados Unidos de América, Raúl Castro y Barack Obama, no han detenido aun ese adefesio criminal y brutal llevado a cabo de manera sistemática durante más de 5 décadas.
El mundo ha recibido con beneplácito tan importante y valiente decisión de restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, pero lo inaceptable y vergonzoso es permanecer con este bloqueo comercial contra un país pequeño. Es oportuna la llegada del año 2015, para que los Estados Unidos de América asuman el clamor de las naciones del mundo que demandan el fin de este bloqueo criminal, sólo cuando ese acontecimiento surja podemos decir que –por fin- terminó la Guerra Fría que aún perdura contra un país pequeño en estos lares del mundo.
Solo entonces se completa el ciclo que en el 2014 iniciaran Barack Obama y Raúl Castro, que no deja de ser un anhelo global.