Por Rafael Méndez
El mundo cristiano tiene como tradición milenaria, el recogimiento para la reflexión como recuerdo y conmemoración de la muerte de Cristo, y también la resurrección que creen se sucedió como designio.
Yo por mi parte, como un político que no concibe que se sucedan algunas líneas de conductas, me adentré en dos libros de Juan Bosch relacionados con la vida y muerte de Cristo, como una forma de responder a ciertas actitudes de algunos políticos.
Me refiero a los libros “Judas Iscariote, el Calumniado” y “Cuento de la Navidad”.
Y me animé a escribir estas líneas porque en “Judas Iscariote, el Calumniado”, el maestro utiliza el concepto “señores de la caverna política”, en la “aclaración para la edición dominicana”, que se publicó en 1977, ya que la primera edición del libro circuló en Chile en 1955.
“Lo que sí puede ver cualquiera de los lectores de Judas Iscariote, el Calumniado, es el afán de hacerle justicia a un personaje que tenía cerca de dos mil años de vida en la infamia”.
Y ahí es cuando Juan Bosch se refiere a los “señores de la caverna política” quienes creyeron haberlo atrapado “con la mano en la masa” al confirmar su afiliación comunista por haber publicado el citado libro.
“Se adelantaron un poco, porque mi conocimiento de Marx y Engels vino a darse por el 1969, después de haberme instalado en Paris, y fue de ese conocimiento, no muy amplio, por cierto, de donde salió mi afiliación al marxismo”.
“Cuento de la Navidad” refiere las circunstancias y el vientre que debía concebir su hijo, la condición de pobreza material de su nacimiento, y hay que destacar el emisario que llevó el mensaje al matrimonio que formaban María y José.
Este emisario llamado Arcángel San Gabriel “pensó que talvez él estaba equivocado, a lo mejor se había confundido y el Señor Dios no le había hablado de choza ni de mujer pobre ni de asno ni de botijos de agua”.
Más aún cuando “había dicho el Señor Dios que su hijo estaba llamado a mostrar al género humano el camino de la paz, del amor y del perdón, o había el oído mal”.
De ahí que el Arcángel San Gabriel llego a entender que el Señor Dios estaba muy equivocado. Que su hijo debía nacer en cuna de reyes, rodeado de millares de soldados quienes se atendrían a recibir órdenes, por lo que le sería más fácil imponer la paz.
Y es ahí cuando el Señor Dios sorprende al Arcángel San Gabriel, le reprende, y le advierte que “estas pensando mal. Te dijo lo que te dije, no lo que tú crees ahora que debí decirte”.
Y la ratifica lo que había concebido como legado para la humanidad:
“Mi hijo nacerá en casa pobre, porque si no es así, cómo habrá de conocer la miseria y el padecimiento de los que nada tienen que son más que los poderosos…
“Cómo quienes tú que Mi Hijo conozca el dolor de los niños con hambre si él crece harto.
“Mi Hijo va a ofrecer a la humanidad el ejemplo de su sufrimiento, y quieres tú que se lo ofrezca desde el lujo de los palacios”.
El autor es periodista y diputado