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martes, 27 de marzo de 2018

OPINION: Las cédulas a los haitianos

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POR SANTO SALVADOR CUEVAS 

Con las cédulas a los inmigrantes existe una confusión dirigida y administrada conscientemente por sectores interesados del mundo político nacional.

Nos repiten cada día (una y mil veces) que "el presidente Danilo le está dando cédulas a los haitianos", con el agrabando de que, ni el mismo Gobierno se ha detenido a valorar el caso, ni a explicar al país de qué tipo de cédulas se trata.

A propósito de la carga de mala fe de dicha campaña, permítanme invitarle a revisar brevemente la realidad histórica sobre la cedulación a los inmigrantes haitianos, así como invitarle a desmenuzar el tipo de cédula que da el Gobierno a estos inmigrantes y que los son haitianos, chinos, hungaros, sirios, franceses, belgas, etc.

Sugiero que hagamos un esfuerzo de tratar ese tema lo más apegado a la verdad histórica, para que no nos sigan confundiendo ni usando como "tontos útiles".

Veamos:

1. Cuando en los años 70, 80 y 90 los partidos más grandes en República Dominicana -en su lucha feroz por el  poder político- se disputaban la simpatía de los conglomerados y asentamientos haitianos, entonces el PLD era un partido centrado en una estructura de cuadros, eso le marginaba de las campañas orquestadas de manera sistemática y metódica por el Partido Reformista y Partido Revolucionario Dominicano, quienes contaban (ambos) con un personal dedicado a tiempo completo y especializado en legalizar haitianos y dotarle de la Cédula de Identidad y Electoral.

Es decir, con esas acciones prolongadas en el tiempo, el PR y PRD lograron que millares y millares de indocumentados haitianos pasaran a ser dominicanos con los mismos derechos que tenemos tu y yo a elegir y ser elegidos.

Así millares de haitianos engrosaron las filas de esas fuerzas políticas, especialmente el PRD, cuyo líder histórico era de origen haitiano, sin que por ello dejemos de reconocer su grandeza, aprecio y liderazgo nacional, dado que el enfoque que hacemos no implica rechazo, odio ni xenofobia contra los nacionales haitianos establecidos en el país, sino de aportar a encontrar la verdad histórica del fenómeno migratorio. 

Todas las juntas distritales del país fueron infestadas por esa practica de "legalizar" y dar cédulas a millones de inmigrantes haitianos. 

Eso se hizo siempre en todos los Gobiernos de Joaquín Balaguer y del PRD.

Sólo en el Gobierno del PLD se le salió al paso a esa práctica, pues el Tribunal Constitucional estableció la normativa legal TC / 0168/13, mediante la cual se ordenó al Poder Ejecutivo " proceder a implementar el plan nacional de regularización de extranjeros ilegales radicados en el país", y pasar a revisar el statu de todos los inmigrantes que habitan en el territorio nacional, por supuesto, esta política oficial ha sido satanizada, torpedeada y perseguida, tanto en el país como en playas y foros internacionales, recuerdo la gallardía y la entereza del presidente Danilo Medina cuando -en un foro celebrado entre representantes al más alto nivel de 33 naciones, en La Habana, Cuba, desautotizó al señor Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas, quien había asumido como blanco de ataques a la República Dominicana, pasándose de contento al cuestionar la legislación migratoria implementada por el Gobierno dominicano. 

Al contra atacar en ese evento, el presidente Danilo Medina dijo en la ocasión: "..no voy aceptar que se acuse a República Dominicana de racista, violador de los derechos humanos y que comete discriminación contra la población haitiana que se ha radicado de forma irregular en suelo dominicano".

Y remató Danilo: "...yo creo que el señor Gonsalves ha llegado muy lejos. Yo le quiero pedir señor Ralph que gobierne en San Vicente y Granadina, y la República Dominicana le permita que gobernemos nosotros. Nosotros no aceptamos de ninguna manera que usted quiera imponerse a la población  de un Estado democrático que tiene instituciones que respetar".

2. Cuando se inicia en el Gobierno de Danilo Medina el proceso de regulación a la presencia de los inmigrantes, es cierto que -a los  que califican- se le entrega una cédula.

Pero, de qué cédula hablamos (y ahí es donde nos han venido confundiendo y desvirtuando la verdad con fines politiqueros), pues la Cédula que entrega el Gobierno no le da la nacionalidad a ningún inmigrante, a diferencia de las cédulas que por millares entregaron Joaquín Balaguer y el PRD, esta cédula no da la nacionalidad a ningún extranjero, es decir, aunque los inmigrantes  reciben esa cédula, no dejan de ser haitianos, hungaros, servios, chinos, belgas, sirios, etc. 

Para lo que sirve la cédula que entrega el Gobierno de Danilo a los haitianos y demás inmigrantes, es para definir su statu, las condiciones en que van a permanecer estos inmigrantes en el país, y que solo reciben aquellos que al ser despurados califican.

Veamoslo un poco más concreto, en el 2017, a 16,406 inmigrantes se les entregó cédulas de residencia temporal, pero con esas cédulas no pueden elegir ni ser elegidos, dado que siguen siendo inmigrantes extranjeros, las cédula en cuestión equivale a una autorización para el libre tránsito y para el control de todos los inmigrantes que habiten en el país.

Así mismo, en el 2017 Migración- que es la institución competente- le negó la cédula a 110 mil inmigrantes que no calificaban para residir en República Dominicana, y todos (pertecientes a 33 naciones) fueron repatriados a su país de origen.

Es bueno dar seguimiento al fenómeno migratorio de nuestro país, para que impere siempre la verdad, y así partir de resultados científicos no contaminados por intereses politiqueros y no ser confundidos, como se ha venido pretendiendo hasta el día de hoy por las redes sociales y los grandes medios de comunicación masiva.

Dominicanos, no permita que otros piensen por ti, el tema migratorio se ha desnaturalizado y llevado a un plano electorero, en donde se prefabrica -como culpable de un hecho histórico y longevo- precisamente a quien preside el único Gobierno en democracia que con responsabilidad ha encarado el asunto, defendiendo aquí y en playas extranjeras la soberanía nacional, y regulando así (en medio de presiones y chantajes) el desorden de la migración  imperante durante casi seis décadas de Gobiernos democrático  en suelo dominicano.