Por Praede Olivero Féliz
En el día del maestro, felicito a los maestros de Barahona y de todo el país, de la educación pública y privada, de todos los niveles.
Recuerdo con mucho respeto y amor a mis maestros, que fueron como padres, en mi escuela Cristo Rey, el liceo Federico Henríquez y Carvajal, en el Centro Universitario Regional del Sur-oeste (CURSO) y en la sede central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
También a los que en diferentes países me han brindado el pan de la enseñanza para ayudar en mi formación y saciar la sed de justicia, que siempre ha.sido mi norte.
Esos profesionales de la educación, todavía mal pagados, a pesar del 4% para la educación, merecen todo el apoyo, la consideración y el respeto que debemos reciprocar.
Nunca podremos pagar el esfuerzo y sacrificio del maestro y más si es como Fina, Ana María, Petronila, Esther, Sor Maura, Sor Lourdes, Benjamín, Lidia, Virgilio, Publio, Rosita, Dirían y como Nicolás, que fuera de su horario escolar seguía enseñando a los muchachos.
Si, en la esquina de la calle Sánchez y calle 7, con la fritura de Quetica de testigo, con Tototo y Caquin observando con la energía que les quedaba tras arrastrar su carreta, era educación informal, tal vez la educación que debemos fomentar, también siguiendo el ejemplo del inigualable Yorik Piña.
Los estudiantes, el Gobierno, los patronos y el pueblo deben en el sagrado día del maestro, honorarios y sobre todo apoyarlos con respeto, amor y recursos.
Felicidades maestros.