Por Rafael Chaljub Mejía
No alcanza a entenderse la razón por la cual el Partido Revolucionario Moderno no acaba de fijar su posición oficial sobre la propuesta de reforma constitucional que incluiría la rehabilitación del presidente Danilo Medina.
Desde hace días ese es el tema central del debate político y al tratarse de la principal fuerza opositora era lógico esperar que el PRM tuviera una actitud clara sobre eso.
Desde ese partido ha hablado uno de sus sectores, cuyos voceros, con el presidente Mejía a la cabeza, han dicho claramente que apoyan la reforma. Se dice que ese sector es minoritario en el partido, pero como se ven las cosas no se sabe qué influencia ejerce esa supuesta minoría que los de la alegada mayoría no pueden hacer prevalecer su posición.
El presidente del PRM ha dicho que el asunto será discutido para tomar una decisión oficial sobre la eventual reforma. Pasan los días y esa decisión no se vislumbra, aumentan las dudas, mientras el sector encabezado por Mejía sigue haciendo declaraciones, como las que hizo el dirigente César Cedeño el miércoles pasado, según el cual la aprobación de la reforma es solo cuestión de tiempo.
Pero el PRM como tal no se pronuncia. Surgen las dudas y nacen las presunciones. Y hasta las sospechas en los mal pensados.
Esos son los asuntos acerca de los que un partido con vocación de poder y garras afiladas para pelear por su causa no puede andarse con vacilaciones ni tardanzas.
Ya tenemos el precedente de que en la elección del presidente de la Cámara de Diputados el PRM asumió la indefendible postura de dejar en libertad a sus legisladores para que votaran por el favorito del presidente Medina.
Pero el debate de ahora es algo de mucho más trascendencia, por las gravísimas consecuencias que podrían derivarse de una reforma como la que el “danilismo” anda buscando.
Entonces no caben los titubeos ni las ambivalencias y mientras más tiempo pase el partido más numeroso de la oposición en definirse institucionalmente frente a la mentada reforma, más margen irá dejando para las dudas y la confusión, en sus filas y en el pueblo mismo que todo lo observa.
Aquí cabría decir que en vez de confiar su suerte en que los peledeístas se dividan, el PRM debería cuidarse a sí mismo y poner sus cuentas claras y al día.