El problema del liderazgo político no es técnico, ni siquiera es de simple popularidad o simpatía.
En las entrañas mismas de la sociedad, pervive una cultura del hombre político "mafioso", aquel patán que fue un monstruo en su familia de origen y en su familia nuclear también lo es, socialmente, este hombre, es oportunista, abusador y violador consuetudinario de las leyes.
Este "tipo" mafioso político, tiene como única misión enriquecerse con los fondos públicos.
El problema del liderazgo político dominicano es ético.
Este "macho" político, normalmente se encuentra detrás de un escritorio, le gusta dar órdenes, es un mentiroso enfermo, se gana el apoyo de los débiles con promesas que nunca cumple, con frecuencia culpa a otros de sus fracasos porque es irresponsable y constantemente hace uso de las llamadas "queridas" para disimular