Muchos sueños no despiertan. Siguen siendo planes y la mayoría de veces ideas sueltas. Para concretar una meta se requiere una disciplina mental y capacidad de sacrificio.
Los proyectos requieren años de gestación y mucho más para la ejecución. Podemos hacer planes económicos, de producción, personales y familiares.
Podemos movernos por metas cuantitativas o cualitativas. La practicidad de alguien se valora en su capacidad de llevar a concretar sus ideas, planes y proyectos a lo concreto, a lo medible.
Me gustan los objetivos de misiones que luego se trabajan metódicamente con planes minuciosos. El presidente Kennedy esbozó uno emblemático: llevar un hombre a la luna y regresarlo sano y salvo a la tierra.
A partir de ahí mucho trabajo para planificadores e ingenieros. Bill Gates visualizó una computadora personal en cada hogar y programas informáticos que permitieran trabajar imágenes, audio, vídeos en un sólo dispositivo.
Los objetivos cualitativos como los de misiones, le dan riquezas a hombres, naciones y empresas.
Para lograr un objetivo y concretarlo hay que controlar todo lo adverso en el camino. Colón no tenía dinero para sus planes, ni personal idóneo. Las plantas tienen diversas plagas que las acechan.
Ir a Marte no es tan fácil como lo pinta Elon Musk. Superar las dificultades es lo que permite que se concreten los sueños. Provocar un cambio en la relación con los hijos o con un cónyuge conflictivo requiere terapia, cambios y sacrificios.
La naturaleza es pródiga, pero deja en nuestras manos trabajo para transformarla. El creador sentenció que para lograr satisfacer necesidades necesitamos producir sudor en la frente.
Otras veces dormir poco, estrés excesivo, perder la salud, la paz mental y familiar: son precios que muchos pagan por el éxito.