Mucha gente tal vez no lo recuerda, pero la primera vez que se subió la representación Cachúa al pedestal del parque Los Trinitarios fue en 1997, precisamente un Domingo de Ramos. Estuve ahí. También ese año lo bajaron y lo quemaron como Judas con todo y disfraz Cachúa: Quemaron un Cachúa, no un Judas, no un "jua". También estuve ahí. Así se hizo durante varios años.
En 1997 mi comprensión del fenómeno no era tal, así que, simplemente, seguimos las acciones. Años después, al configurar históricamente a Las Cachúas fue que pude entender que, en realidad, durante años dejamos de quemar al "jua", sino que, simbólicamente, nos quemábamos a nosotros, Las Cachúas: habíamos cambiado la tradición y lo aceptábamos sin ambages.
Me pregunté, también, por qué ahí, en ese pedestal se subía a la Cachúa-jua y la respuesta que recibí de la captación de las ideas (sin que nadie me respondiera en concreto) fue que:1) Por el día, Domingo de Ramos, era una reminiscencia de la otrora costumbre de colgar un muñeco representativo de judas en algún árbol accesible, exponerlo por una semana y golpearlo (el último lugar que se recuerda era en una mata de Los Carrandales); 2) Era un mecanismo de promoción de Las Cachúas, un símbolo que anunciaba que estábamos en nuestras fiestas y una invitación a la gente a integrarse y participar en ella.
Con el líder Cachúa, el siempre jefe Temito, discutimos el tema y después de reflexiones, hace poco mas o menos cinco o seis años dejamos de quemar al Cachúa del parque, quien permanecía allí, tranquilo, simbólicamente mirando, hasta que, días después, era bajado. Otro muñeco "jua" representando a Judas era quemado en el cementerio.
El 13 de marzo de este 2021, exactamente 21 días antes del inicio de las fiestas de La Cachúas, se subió a la representación de ellas al pedestal, no al Judas, no al "jua". Es un cambio a lo que se venía haciendo desde 1997 - observado, por cierto, por mi primo Meison Gómez-, una transformación que nos permitirá organizar y reorientar adecuadamente nuestra festividad: una cosa es anunciar que estamos en fiesta Cachúa y otra colocar un "jua" para que el pueblo se mofe de él y luego sea quemado.
La gran Cachúa en el pedestal, visible desde la distancia, constituye un anuncio al mundo de que ya estamos en fiesta Cachúa, una promoción. Principalmente, es un llamado con tiempo a la a la integración, como dijimos, a la participación en la tradición, a la preparación. Es una inyección de amor por nuestra identidad cultural mas trascendental (única en el país). Es situar en el trayecto del sol (como expresa Pedro Mir de nuestro país), a nuestras emblemáticas Cachúas de Cabral.
El Domingo de Ramos buscaremos un árbol y colgaremos el muñeco representativo de Judas, al "jua", y trataremos de rescatar esta tradición.