POR RAFAEL MENDEZ
Confieso que no sé por qué el mayor general Alcides Rodríguez Arias, jefe de la Policía Nacional a principio de la década de los 90, me tomara tanta confianza.
En ese entonces yo era presidente del Colegio Dominicano de Periodistas y miembro del Comité Central del Partido de los Trabajadores Dominicanos.
Dos posiciones que a un agente cualquier, y más aun a un jefe policial, le resultan difícil de tratar.
Y mucho menos depositarle algún nivel de confianza para entrar en conversaciones que podría hasta costarle el cargo si trascendieran a la opinión pública.
El asunto es que siendo presidente del CDP y dirigente de un partido de izquierda, una que otra tarde pasaba a saludar al ya considerado amigo mayor general Rodríguez Arias.
Una tarde llego, me lleva a donde dormitaba sus siestas, y con aire de indignación y frustración me dice:
-Esto es increíble, si el país supiera lo pasa todas las noche en la filas de la policía, este país se fuera abajo…
-Tú sabes lo que es, me dice, que en todas las bandas que se atrapan todas las noches, hay agentes de la policía.
La prisión de Esteban
Estaban Díaz Jacques, entonces secretario general del PTD, había caído preso, motivado en esos ingeniosos inventos que utilizaba la policía para apresar a opositores.
Me comisionan, junto a otro dirigente del PTD, que ahora no recuerdo quien era, para que gestionáramos la libertad del compañero. Debió sucedido una mañana.
El asunto es que en la tarde de ese mismo día, nos presentamos al Palacio de la Policía Nacional, a ver el motivo del apresamiento y a gestionar su libertad.
El Jefe de la Policía Nacional no nos recibe. Delega en un sub-jefe muy afable, tratado y querido por todos. Una muy bella persona. Nos da la excusa del Jefe, y nos informa que nos llamaran para darnos una explicación o liberarlo.
Otro día vemos al jefe del Servicio Secreto, el coronel Campusano, con quien había establecido unas buenas relaciones.
Le advertimos que si no liberaban al Filo, como le llamábamos en el partido, íbamos a denunciar su arbitrario e injusto apresamiento.
En domingo en la tarde nos presentamos al programa de televisión El Gordo de la Semana, que dirigía Freddy Beras Goico, un toque de queda.
Liberaran a Esteban, y días después, me presento al Club de la Policía, en mi condición de presidente del CDP, atendiendo a una invitación del general Alcide Arias.
En puerta de entrada, me encuentro con el General Campusano, quien se niega a saludarme porque yo había dicho que él era el responsable del apresamiento de Estaban Díaz Jacques.-Tu no debes ponerte guapo conmigo por la denuncia, le dije, tu cumpliste con tu deber de tenerlo preso, y yo cumplí con mi deber de denunciarte.
Ven que el Jefe de Espera
Al detenerme un poco en puerta, vino a mi encuentro el general Juan Ramón de la Cruz Martínez, director de Relaciones Publicas, y me dice que acelere que el Jefe me está esperando.
Al tiempo que proclama: “Ese es el único amigo comunista que yo tengo”.
Voy hasta medio asustado por lo que había pasado con el caso de El Filo.
Y no bien le saludo. Me sienta en el sillón que me tenía reservado a su lado, y acto seguido me confiesa:
-Ayer no te recibí porque no sabía que decirte. Yo no sabía porque Esteban Díaz Jacques estaba preso-.
El autor es periodista-ex diputado