No concibo a un hombre agrediendo a otro hombre, y es más asqueante y triste el espectáculo cuando el verdugo se ensaña contra una mujer por demás indefensa.
La historia policial está cargada de eventos donde se impone el garrote y la intolerancia, incluso contra ciudadanos esposados y bajo control.
Lo que hizo un oficial policial contra una pequeña empresaria en la llamada 'Esquina de Fidel', en Barahona, retrata un estado bestial, de negación a los derechos humanos, lo que desdice ese mensaje de democracia y nuevos tiempos que pretende vender el presente gobierno.
Me niego a creer que a estas alturas del siglo XXI, a un oficial se le permita agredir a una mujer, sin que impere de inmediato su destitución y el sometimiento al orden de los tribunales públicos.
Ese acto de barbarie no debe quedar sin sanción.