La especie humana es muy vulnerable, contrario a lo que podría pensarse; al mismo tiempo, es la única especie del planeta que puede diseñar e implementar tecnologías para mejorar su propia existencia.
Los humanos nacen débiles, son incapaces de sobrevivir sin un cuidado especializado de otros, incluso después de varios años del nacimiento.
Esta especie es lenta en el desarrollo motoro y en la adaptación a los ambientes hostiles.
Puede ser diezmada por una pandemia, por fenómeno naturales, por un cambio climático.
La humana tiene, entre sus propios enemigos, a la misma especie, que a través de guerras, de explotación de unos sobre otros, del empleo de armas de destrucción masiva, es capaz de aniquilarse asimisma.
El hambre que mata a tantos millones de humanos, no es una negación de la generosidad de la naturaleza; en muchos casos es un producto de la geopolitica, de la distribución caprichosa de los recursos, del agiotismo, la acaparación y la especulación de grupos hegemónicos que imponen sus intereses de clase.
Los humanos luchan contra sí, obedeciendo a un contrasentido biológico, dominados por una cultura insensible, que puede borrar su propia existencia, al usar armas de destrucción masivas, de tipo nuclear o biológico.
El futuro humano y el de la vida en el planeta, está marcado por la biología y la cultura.
Los actos humanos pueden destruir el ambiente y retrotraer la civilización, también puede abrir espacios más dignos para la vida humana.
Los Derechos Humanos, precisamente surgen, como una respuesta a los atentados, que una parte desbocada de la especie, materializa contra otra más débil, llevándola, incluso, al exterminio.