Hoy recibí, luego de un día de afanes judiciales, la noticia de la partida inesperada del Pastor Angel Elías Féliz Perdomo, información que afligió mi espíritu por el notable afecto que me inspiraba.
Elías Féliz era hijo del licenciado Samuel Féliz Román, un maestro de generaciones que fue director del Colegio Morgan y presidente de la Junta Electoral de Barahona, a quien conocí y admiré mientras me desempeñaba como funcionario electoral en la Región Enriquillo de 1995 a 1997.
Elías Féliz era dueño de una humanidad espléndida que la resaltaba con una sonrisa cálida, con un trato afable y una solidaridad impresionante.
Era un músico acucioso, un ingeniero civil competente y un pastor responsable.
Era un esposo consagrado, un padre de tres talentosas profesionales, un abuelo cariñoso, un hijo amoroso, un hombre de familia a carta cabal.
El ingeniero Elías honraba los amigos, respetaba los compromisos con sus clientes, era respetuoso con los obreros bajo su subordinación, era elegante en sus relaciones humanas.
El Pastor era celoso de su relación con Dios y cuidaba con esmero a su Iglesia, era un apasionado de la adoración, un predicador crítico, un embajador del Reino de Dios en la Tierra.
Su muerte nos recuerda la provisionalidad de la existencia, su vida será un testimonio perenne del buen vivir, del valor del servicio y del significado del amor a Dios y al prójimo.
Dios obre la debida consolación en su familia, feligreses y amigos. La muerte en Cristo es ganancia; el Pastor Elías ganó la última de las batallas.