Que desgarrador este momento en que no puedo estar para despedirte con tú inolvidable expresión, esa que tanto yo te hacía exclamar y lo hacías con tú voz y timbre inigualables, solo te reprocharé que esperaste mí ausencia para ausentarte, como para que no te reprochara el fumar.
Eso sí, fuiste pobre pero grandioso, humilde, honesto y con una dignidad como el más grande.
Jamás sabré que valorar más de tú sencillez y bonhomía.
Lo que nunca podré olvidar, será tú LEALTAD y ENTREGA A QUIENES TE CONOCIMOS Y LA CAUSA QUE DECIAS ERA TUYA.
Jamás flaqueaste ante tentaciones, esas que a cualquier ser humano ultrajan la dignidad de los hombres, eras indoblegable por esa cualidad que te adornaba.
Al escuchar hace minutos el mensaje que con tristeza ya esperaba de Carlos, solo puedo exclamar tú grito de aliento y con él, pretender respetar la decisión de Dios...
¡Bien!
Ten por seguro que esa expresión retumbará en mí mente y corazón por siempre.
¡BIEN!
Un abrazo a Rocoli, ya les extrañamos.
Te quiero mucho, mis lágrimas al escribir te lo aseguran.
Ve en Paz Manuel, ve tranquilo grandioso ser.