Dannerys Arias Ramirez era un profesional acucioso, formalista y ético. Ejercía la abogacía y la comunicación con pasión, con apego a los más exigentes estándares que regulan la deontología de ambas disciplinas.
A pesar de su juventud, era emocionante maduro; tenía muy en alto la vida familiar, siendo buen esposo, padre e hijo, a la vez que inspiraba con su accionar al núcleo familiar más amplio.
Era solidario, respetuoso y afectivo con los amigos, colegas y estudiantes; como todos los seres nobles, tenía las puertas del alma abiertas a la comprensión de los demás, aún a costa de sus intereses.
Su muerte embarga a la Familia Jurídica de Barahona y el País, su ida a destiempo nos recuerda la provisionalidad de la vida.
Hoy estuve con él compartiendo barra en el Tribunal; viéndolo ejercer con coherencia y brillantez. Recuerdo haber apretado su mano con fuerza, luego de elogiarle cuando produjo un atinado argumento en la que sería su última causa.
Dannerys abrazó la fe cristiana y sabía como el apóstol Pablo, que morir en Cristo es Ganancia.
Expreso mi más profunda solidaridad a Omayra Yireisy Mañán Pèrez, su esposa, así como a toda su familia, ante una pérdida tan sensible, al tiempo que espero que Dios obre la debida consolación.