Sobre la evolución histórica del movimiento sindical dominicano, el Dr. Rafael Alburquerque nos informa que, antes de la década del 40, hubo tres momentos importantes en la actividad de la asociación de trabajadores, formaciones colectivas inspiradas por la solidaridad y los intereses comunes de las profesiones:
Ya para 1908, los investigadores comprobaron la presencia de gremios de tipógrafos, panaderos, zapateros, carpinteros y albañiles, organizaciones con base artesanal, integrados más por trabajadores independientes que por asalariados, en cuyos propósitos se confundieron la práctica del socorro mutuo con la preocupación por mejoras económicas a favor de sus afiliados.
Para 1916, una agrupación con aspiraciones obreristas denominada Hermandad Comunal Nacionalista, la cual se nutría de hombres y mujeres del pueblo identificados con la lucha contra la primera intervención norteamericana al país. Esta organización participó en 1919 en el Congreso Panamericano Obrero efectuado en New York y en la Conferencia Internacional del Trabajo que tuvo lugar en Washington.
En mayo de 1920 se celebró el denominado Primer Congreso de Trabajadores, en el cual se proyectó la constitución de la llamada Conferencia Dominicana del Trabajo (CDT), evento al cual asistieron delegados de once localidades del país y en el mismo fueron adoptadas resoluciones tales como:
Pedir al gobierno la anulación del sistema de vales para el pago del salario en los ingenios azucareros.
Recomendar a las federaciones, gremios, ligas y uniones utilizar el mecanismo de tarifas para obtener la regulación de los salarios.
Pedir a las autoridades el establecimiento de una jornada máxima de ocho horas de trabajo al día.
La CDT estuvo constituída por un número significativo de artesanos, propietarios de pequeños talleres y por trabajadores independientes que ofrecían sus servicios casa por casa, siendo asalariados entre sus miembros solo los trabajadores del muelle y los de artes gráficas. En 1928, su presidente era un médico, otros dos miembros de la directiva eran periodistas y el secretario general antes del congreso de ese año era abogado.
La CDT realizó varios congresos, pero el 17 de noviembre de 1929 se dividió, cuando una convención celebrada en la capital desconoció el Comité Ejecutivo elegido en octubre de 1928. Esta fracción de la confederación recibió de parte del gobierno la incorporación que le otorgó su personalidad jurídica mediante decreto No. 1275 del 10 de abril de 1930, año en el cual desapareció.
Sobre el nacimiento de nuestro sindicalismo, el Dr. Alburquerque nos explica que, siendo únicos centros de trabajo con importantes concentraciones de obreros las plantas azucareras movidas al vapor instaladas en el país durante los últimos decenios del siglo diecinueve, enclaves capitalistas de una sociedad rural donde se formaron los primeros sindicatos fabriles de la República Dominicana y asociaciones, fraccionadas por oficios, pero ya inspirados en un claro espíritu de lucha social contra el patrono en búsqueda de mejores condiciones de trabajo y de vida.
Citando al autor español Jesús de Galíndez, el Dr. Alburquerque recuerda las huelgas de 1942 y la de 1946, sobre la cual el citado autor expresó en una de sus obras, que la última fue bautizo y calvario del sindicalismo dominicano, porque si bien la dictadura política no tomó represalias mientras la misma duró, meses más tarde desató la represión que llevó al exilio o a la tumba a sus principales dirigentes. Citando a diversos autores, el Dr. Alburquerque explica que diversas razones facilitaron el auge del movimiento sindical en la época, tales como la jornada democrática contra el fascismo de la Segunda Guerra Mundial y las presiones ejercidas por los Estados Unidos contra las dictaduras de entonces en América Latina. Los cuales llevaron a Trujillo a una política de supuesta y fingida vocación democrática, que al mismo tiempo le sirvió de chantaje al gobierno norteamericano, pues llegó a acuerdos con el Partido marxista-leninista Socialista Popular (PSP), que permitieron a sus líderes retornar del exilio y emprender en el País actividades políticas. A la sombra de tal ambiente de tolerancia se organizaron los sindicatos y estallaron huelgas en los ingenios azucareros, todos de propiedad norteamericana.
El empuje sindical d esos años condujo al Departamento de Trabajo a reconocer las Federaciones Provinciales, Santo Domingo, Barahona, Duarte, San Pedro de Macorís y La Altagracia, a más de ciento setenta y cinco (175) gremios individuales de tipo profesional y local, así como algunos sindicatos de empresas, todos bajo la orientación de un liderazgo conocedor de las teoría sindical y los métodos de organización de la acción sindical, enseñanzas recibidas de republicanos españoles a inicios del decenio de los 40.
Para 1946 eran reconocidos por el Departamento de Trabajo, un Sindicato de Empresa, el de los Trabajadores el Central Monte Llano, asalariados de un ingenio azucarero en la provincia Puerto Plata. En las provincias San Pedro de Macorís y La Altagracia, ésta última considerada cuna del sindicalismo dominicano, los obreros de una misma empresa seguían agrupándose por oficio y denominando a sus organizaciones con los nombres de Gremio, Confraternidad o Asociación:
Gremios: Trabajadores de Factoría, de Ferrocarrileros, de Estibadores, de Almacenes de Azúcar, de Jornaleros, de Mecánicos, etc.
Confraternidad: Confraternidad de Obreros, Técnicos y Empleados de la Compañía Azucarera, C x A.
Asociación: Asociación de Empleados de la Industria Azucarera del Ingenio Angelina, o la de Empleados y Obreros de la Industria Azucarera.
Con los inicios d la Guerra Fría por allá por el 1947 la actividad sindical desapareció, al extremo de que una vez promulgado el Código de Trabajo de 1951, entre 1952 y 1961, sólo se formaron 43 sindicatos, que incluyendo a la Confederación de Trabajadores Dominicanos, creada en 1946 fueron organizaciones pantalla para servir y loar al tirano.