Por Águeda Ramírez de Rodríguez.
Sobre las influencias del movimiento sindical, el Dr. Rafael Alburquerque nos explica que, aunque fraccionado y minoritario, el sindicalismo obrero dominicano se manifiesta como real fuerza de acción y de presión sobre las autoridades gubernamentales, el empresariado y la opinión pública, ya que su presencia en la sociedad civil se muestra cotidianamente por medio de acciones y participaciones tendientes al logro de mejoras para la vida de la clase obrera, de las cuales señala algunas: Pronunciamientos de prensa. Acciones reivindicativas. Respaldo o condenaciones a las decisiones políticas. Participación en reuniones y consejos nacionales y extranjeros. Uso de las vías directas de acción en las calles. Intervención en el Congreso Nacional. Participación en el diálogo nacional.
Considera el Dr. Alburquerque que la debilidad numérica del movimiento sindical no ha impedido que los líderes del obrerismo nacional sean considerados interlocutores válidos a nivel de los poderes públicos y de las asociaciones empresariales, ya que por conducto del Consejo de la Unidad Sindical, los trabajadores participan activamente en la fijación de los salarios mínimos, en los organismos tripartitos, en los debates de proyectos de ley concernientes a la materia y en la concertación social, no obstante la circunstancia de que el liderazgo tiene que lidiar con una masa de trabajadores con características adversas, tales como: Poco instruida e inclinada a las urgentes reivindicaciones económicas como el aumento de salario. Con un medio sumido en la pobreza, el analfabetismo y el desempleo. Con autoridades que en muchas ocasiones les han sido hostiles. Con empresarios que se resisten a aceptar la libertad sindical.
En lo que respecta al sector de los empleadores, aunque desunido y con escasos militantes, su influencia es innegable al nivel de la sociedad y de las autoridades gubernamentales, pues su poder económico suple las falencias de su organización. En cuanto a la característica reivindicativa-participativa del movimiento obrero organizado, el Dr. Alburquerque nos informa que el año 1961 fue momento de lucha a favor de conquistas sociales, económicas y políticas, y que parte de la organización sindical, imbuida de las ideas marxistas, levantó como bandera la lucha de clases, estimando como antagónicos los intereses de los trabajadores y los del empresariado y abogando por la destrucción del régimen capitalista y, aunque apaciguado en los últimos años, el signo del sindicalismo reivindicativo produjo como reacción la hostilidad de los empleadores, reacios a permitir la formación del sindicato en el seno de la empresa, por temor a un sindicato propenso a revueltas, llegando a recurrir a prácticas desleales. En cuanto a la práctica reivindicativa-participativa del movimiento obrero organizado, el Dr. Alburquerque nos explica que nunca ha impedido que los trabajadores organizados participen en la negociación colectiva, la cual fue en el decenio de los 60s concebida como un proceso de lucha, algo que cambió a partir de 1985, cuando el diálogo comenzó a cultivarse entre los interlocutores sociales y, desde entonces, los cambios de la economía han moldeado un sindicato más participativo en el cual se negocia por mejores condiciones de trabajo, reservando el uso de la fuerza como un último recurso que se trata de evitar. Esta participación también puede notarse a nivel del Estado, el cual se encuentra representado en las siguientes instituciones: Consejo del Instituto Nacional de Formación Técnico-Profesional. Consejo de la Seguridad Social. Consejo Nacional de la Seguridad Social. Comité Nacional de Salarios. Comisión Nacional de Empleos. Consejo Consultivo de Trabajo.