BARAHONA: Casi cada día comemos lechuga porqué es uno de los alimentos tradicionales de nuestra civilización; persas, griegos y romanos ya la cultivaban y se beneficiaban de sus propiedades. Es uno de los ingredientes de la dieta mediterránea por antonomasia y su sabor fresco la hace un ingrediente ideal para elaborar una ensalada.
“Rico en clorofila, el pigmento verde que es el equivalente a la hemoglobina de nuestra sangre –transportadora de oxígeno-, ayuda a alcalinizar la sangre y limpiar tejidos. Por ejemplo, es recomendable que consuman mucha lechuga los fumadores, personas que toman medicación, deportistas o cualquier persona que quiera hacer depuración orgánica” comenta la naturópata especialista en nutrición Adriana Ortemberg.
La lechuga es el complemento perfecto para una dieta especializada en la pérdida de peso. Debido a que la lechuga sólo contiene 17 calorías por ración, puedes comerla en grandes cantidades y aun así, perder peso. Además, la lechuga tiene un alto contenido de agua, lo que puede ayudar a satisfacer tu apetito más rápido. Es aconsejable incluir la lechuga en los almuerzos o cenas, en forma de ensalada para mejorar tus esfuerzos para perder peso. Además, es rica en fibra, y por lo tanto ideal para combatir el estreñimiento.
Otemberg advierte que las personas que pueden tener problemas digestivos es preferible que la tomen cruda en ensalada al mediodía y que la eviten por la noche.
También aconseja, a quienes tengan problemas con la fibra y su digestión, que la mastiquen, pero que muy bien y que escojan las variedades menos fibrosas como la hoja de roble, o la trocadero.
Lo que probablemente mucha gente no sepa es que tienen una proporción muy interesante de ácidos grasos omega 3 y omega 6. Por ejemplo, en una planta de lechuga de 360 g hay 209 mg de Omega 3 y en una de lechuga romana de 626 g, 707 mg de Omega 3.
Además, ayuda contra el colesterol alto, al ser una importante fuente de antioxidantes, lo que significa que además de retrasar el envejecimiento celular activa la circulación previniendo la aparición de arteriosclerosis.
Como conservar la lechuga fresca
Uno de los problemas más comunes cuando compramos una lechuga y no nos la comemos enseguida es que las hojas se van marchitando. Y es que, en la mayoría de los casos, la compra se hace una vez a la semana. Esto conlleva, en ocasiones, que a finales de semana tengamos algunas frutas magulladas y otros alimentos frescos deteriorados. Hay maneras de que las hojas de la lechuga se mantengan frescas y, por tanto, se garantice más su vida útil.
En primer lugar, tendremos que lavar las hojas bajo el chorro de agua fría de una en una para eliminar posibles restos de suciedad. Las hojas deben secarse bien y para ello podemos utilizar un envase centrifugador. Las conservamos con las hojas enteras porqué así duran más y mejor. Debemos guardarla en los cajones de la nevera, ya que es la zona menos fría y la que mejor se adapta a las necesidades de este vegetal. Se conservará en buen estado entre 3 y 5 días.
Lechuga al plato
Este vegetal cuando nos lo imaginamos en un plato es en forma de ensalada. La lechuga combina perfectamente con todos los ingredientes que se nos ocurra poner en una ensalada.
A parte de ensalada también podemos triturarla y preparar un gazpacho de lechuga o ser un ingrediente perfecto para un zumo verde. Estos zumos combinan fruta y vegetales crudos y predominan las hortalizas de hoja verde.
La lechuga también es un magnífico ingrediente para un bocadillo vegetal o una guarnición para muchos platos vegetarianos.
Te de lechuga para el insomnio
Si estás buscando un tratamiento natural para el insomnio, la lechuga cuenta con propiedades tranquilizantes y sedantes. Se prepara hirviendo un litro de agua, al momento que este hirviendo agregarle 100 gramos de lechuga bien lavada, deja hervir 5 minutos, retira la olla del fuego y deja reposar durante 10 minutos antes de colar la mezcla. Este te de lechuga puedes tomarlo unos 20 minutos antes de acostarte.