El fanático dominicano no es un fanático de béisbol común, es un aficionado que conoce el juego y muchas de las reglas del mismo.
No es un fanático normal, discute y provoca cambios, dolores de cabeza en las directivas, pero este fanático está cambiando y ahora necesita experiencias en el estadio y más el parroquiano de la nueva generación que no solo va al estadio a ver bolas, strikes y jonrones.
Es simple: Los equipos podrían colocar cajas de bateo en las inmediaciones de los estadios, algo que mantendría antes y después de los juegos a los fanáticos ocupados y divertidos. Estas acciones los equipos y sus grupos de comercialización lo estarían vendiendo a los patrocinadores en el mismo paquete de patrocinio del torneo.
Otro atractivo sería un fotógrafo recreativo que venda esas fotos de experiencias en el estadio a los mismos fanáticos.
Una excelente experiencia es otra caja donde los fanáticos puedan lanzar con un radar que mida la velocidad; esto motivaría niños y jóvenes a lanzar buscando con esto observar cómo anda la velocidad de su brazo, algo muy innovador que atraería los niños de todas las edades.
Los equipos deben provocar que el activo más importante que es el pelotero tenga más cercanía con los fanáticos, hay que provocar los siempre vistos en ligas grandes: Día del Fanático, y que este pueda ir antes del juego y tener la experiencia de ver qué hace el pelotero antes de que inicie el juego; esto incitaría al parroquiano a tener una dependencia cariñosa con su equipo.
Finalmente recomiendo a las organizaciones del béisbol invernal acercarse a las escuelas y centros educativos buscando con esta movida enamorar al público de las escuelas y colegios que reciben infantes desde los 5 años hasta los 17 o 18 que es cuando deben concluir sus estudios.
El año pasado el Escogido como dueño de casa llevó 3,000 estudiantes de centros educativos, los cuales disfrutaron de un partido diurno frente a las Águilas y las impresiones de los niños fueron muy satisfactorias.
