SANTO DOMINGO: La madrugada del 12 de enero de 1972, las proximidades del kilómetro 14 de la autopista Las Américas se convirtieron en una zona de guerra.
Las fuerzas policiales y militares del régimen de los 12 años de Joaquín Balaguer habían puesto precio a la cabeza de cuatro jóvenes dominicanos acusados de participar en un asalto contra la sucursal Royal Bank of Canada, en Naco, en noviembre de 1971.
Una acusación seria, pero que para el más versado de los historiadores o cualquier ciudadano de a pie realmente escondía las intenciones macabras de apagar la llama revolucionaria que ardía en el movimiento insurrecto catapultado bajo el nombre Los Palmeros. El grupo de rebeldes, como se les tildaba a quienes eran movidos por los vientos huracanados del comunismo, estuvo liderado por Amaury Germán Aristy, una cara conocida en las movilizaciones contra el Triunvirato y en la guerra del 1965.
Este frente fraguado en el calor revolucionario del movimiento 14 de Junio se constituía en una plataforma política militar para la expedición armada que desde Cuba planificaba el coronel Francisco Alberto Caamaño, jefe de la estructura Los palmeros.
Historiadores coinciden que el objetivo era derrocar el régimen balaguerista, para instaurar un gobierno socialista. Esa madrugada de enero, hace hoy 52 años, en unos terrenos abandonados se escenificaba uno de los enfrentamientos armados más desiguales y memorables de la historia republicana.
Cuatro hombres contra una legión de policías y militares que supera en número a los 800. El operativo desplegado fue descomunal. En un momento, el solitario lugar fue asaltado por un escuadrón policial respaldado por los cuerpos castrenses, armados hasta los dientes con una intimidante artillería con armas de todo calibre, tanquetas, helicópteros, granadas y un avión que ondeaba la bandera de Estados Unidos.
Allí estaban Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Ulises Cerón Polanco y Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), ocultados en una vieja casa, desde donde con gallardía enfrentaron las tropas del régimen en un intenso combate, que se prolongó por cerca de diez horas.
La fragua de disparos terminó primero con la vida de Leal Prandy y Cerón Polanco, y con el capitán Virgilio Féliz Almánzar y otros dos rasos. Mientras, German Aristy y Perdomo Pérez, lograron refugiarse en una cueva cerca de la atacada vivienda para seguir resistiendo, pero desgraciadamente no salieron de allí con vida.
Las publicaciones periodísticas mostraron los ensangrentados cuerpos de los cuatro jóvenes que integraban el grupo “Los Comandos de la Resistencia” y daban cuenta de la muerte de ocho integrantes de la Policía Nacional caídos durante la lucha armada.
Desde la clandestinidad, Amaury Germán Aristy escribió una carta a Ercilio Veloz en la que adviertía que “no es lo mismo asesinar a revolucionarios que se entregan que enfrentarse a combatientes revolucionarios armados”.