En los tiempos de mi niñez hace un poco más de 40 años, la Semana Santa principalmente el viernes santo era un tiempo de tranquilidad, armonía y reflexión, en aquellos años aunque usted no lo crea, preparaban el coco el jueves santo para no hacer ruidos ni siquiera con el sonido de guayar el coco, ingrediente principal para preparar las tradicionales habichuelas con dulce.
En caso ocurrente de que hiciéramos una travesura, los mayores nos decían que nos replicarían gloria, haciendo alusión que la pela que nos tocaba el viernes santo, la postergarían para el sábado santo, “sábado de gloria”.
En aquellos días no se escuchaba música de ninguna índole, mucho menos laboraban las emisoras y canales de televisión, las personas hablaban en tonalidad muy baja, todo por respeto a la muerte de nuestro señor Jesucristo.
Todo lo contrario de ahora, que tomamos el tiempo de asueto de Semana Santa para ingerir bebidas alcohólicas, escuchar músicas con altos decibeles, perversión y depravación; a pesar de todas estas desgracias, apostamos a la prudencia de los desplazados y que impere la tranquilidad, respeto y buenas costumbres.