Si bien es cierto que el descontento democrático es una realidad, tampoco se debe dejar pasar la oportunidad para castigar a quienes no han legislado, fiscalizado, ni representando dignamente a sus demarcaciones. También, para impedir que gente sin capacidad hable y actúe por nosotros.
Por Víctor Eddy Mateo Vásquez
Desde el Preámbulo, los constituyentes del 26 de enero de 2010 proclamaron que fueron elegidos democráticamente. De hecho, la democracia es el único sistema político que prevalece en la Constitución dominicana. Sartori, en su texto ¿Qué es la democracia?, señala que esta quiere decir “poder popular”. Para dicho autor, es con Locke que el derecho de la mayoría se inserta en un sistema constitucional que lo disciplina y controla.
Por su parte, Duverger sostiene que “sistema de partidos y sistema electoral son dos realidades indisolublemente ligadas, a veces incluso difíciles de separar mediante el análisis: la exactitud mayor o menor de la representación política, por ejemplo, depende del sistema electoral y del sistema de partidos, considerados elementos de un mismo complejo, raramente aislables uno del otro”.
En la República Dominicana no es distinto. Son las organizaciones políticas actores primordiales que le dan legitimidad al proceso electoral. Tanto la Junta Central Electoral (JCE), como el Tribunal Superior Electoral (TSE), son las entidades llamadas a resguardar la democracia. La primera, respecto a la administración y promoción de las elecciones; la segunda, aplicando justicia electoral a favor de quien lleve la razón según la Constitución y las leyes.
En el caso dominicano, quien obtiene el 50% más 1 voto se convierte en presidente de la República. Votar es un deber fundamental, según el artículo 75, numeral 2), de la Carta Magna. La única condición que plantea es que se debe ejercer “siempre que se esté en capacidad legal para hacerlo”. Más que una obligación, se trata de un deber cívico con el cual se fortalece el sistema político.
Al igual que la Carta Sustantiva, el artículo 6 de la Ley 20-23 Orgánica del Régimen Electoral, establece que “los derechos a elegir y ser elegibles son los ejercidos en los procesos electorales a través de los partidos, agrupaciones y movimientos políticos, debidamente constituidos de conformidad con la Constitución y las leyes”.
Por tanto, solo cada cuatro años los dominicanos se ven compelidos a ejercer el sufragio popular. Pero, ¿es importante votar? Más que responder si vale la pena o no ejercer el voto, es primordial entender que si no se sufraga la perspectiva particular de cada quien sobre el presente y futuro del país se minimiza. Aún votar en blanco, en una casilla específica o simplemente no marcar alguna, pese a la persona haber agotado el procedimiento de rigor, envía un mensaje a la clase política dominante.
Por consiguiente, el llamado es ejercer con responsabilidad el derecho que le asiste a cada dominicano mayor de edad y en condiciones legales, porque, a su vez, es la única manera de pasar y pedir cuentas a quien nos representa. También, se trata de un mecanismo para impedir que la connotación “diabólica” de la que habla Leonte Brea en su libro “El político”, prospere. Votando se fortalece la democracia dominicana.
En definitiva, el próximo 19 de mayo a votar temprano y en orden. La democracia es un sistema político imperfecto, pero necesario. Si bien es cierto que el descontento democrático es una realidad, tampoco se debe dejar pasar la oportunidad para castigar a quienes no han legislado, fiscalizado, ni representando dignamente a sus demarcaciones. También, para impedir que gente sin capacidad hable y actúe por nosotros.
¡A votar!