Como dominicano, apuesto a mi país. Orgulloso de los 48,442 kilómetros cuadrados que corresponde a la parte Este de la isla. Se trata de una nación que ha librado guerras en búsqueda de su independencia y estabilidad. A sangre y fuego hemos defendido nuestro territorio. Con el paso de los años, un sinnúmero de retos y amenazas han surgido, pero poco a poco se ha logrado avanzar, aunque no como debería.
El 27 de julio de 2020, mi entonces compañero de labores, Juan Reyes, me obsequió un texto titulado: “Gazebo por un mejor país”. Se trata del esfuerzo intelectual de “un grupo de ciudadanos dominicanos que en 2014 abrió un espacio de diálogo nacional para identificar las causas de los problemas de productividad y competitividad del país y para abordar las posibles soluciones”, tal como se lee en su introducción.
Por tanto, consiste en una lectura exquisita que todo dominicano con interés de aportar al desarrollo de su país debe deleitar, ya que cuenta con la participación del doctor Peter Prazmowski, del licenciado Enrique Darwin Caraballo y la dirección del destacado economista Xavier Sala-i-Martin, quien fue el creador del índice de competitividad global del Foro Económico Mundial.
Asimismo, el título de la obra se denomina como tal, en honor al lugar donde se reunían para reflexionar en torno a los objetivos y los retos que debían afrontarse a medio y largo plazo, con la finalidad de encaminar la República Dominicana por un sendero de estabilidad y desarrollo sostenible. Sin dudas, se trata de un libro relevante para la clase política local, en especial, para todo aquel con aspiraciones a puestos de elección, pues el contenido de este texto es totalmente objetivo, sin compromisos de colores partidarios.
En tal sentido, en el marco de sus cinco (5) capítulos, el texto aborda temas como: competitividad, productividad, institucionalidad, Cuarta Revolución Industrial, estancamiento laboral, desigualdad, pobreza, sanidad y seguridad social, informalidad, dinamismo empresarial e innovación, así como, capital humano base, transparencia, Gobierno Electrónico, eficiencia en los mercados, entre otros.
Por consiguiente, en momentos como estos que se debaten reformas desde el ámbito institucional, constitucional, fiscal y laboral, es preciso tomarse el tiempo necesario para formular propuestas a favor del país que deseamos los dominicanos. Más que hablar de progreso y desarrollo en cada discurso, los políticos deben primero interpretar y definir qué país quiere su gente para poder sentarse con madurez en la mesa del diálogo, dejar sus diferencias e intereses a un lado y procurar firmar un “Pacto Nacional por el desarrollo de la República Dominicana”.
En fin, para nadie es un secreto el crecimiento económico del país en los últimos treinta (30) años, pero es justo y necesario dar el paso como nación por convertir en realidad las promesas que por décadas se le ha hecho a un pueblo pacífico, tolerante e ilusionado. Es tiempo de que el sector privado haga su aporte sin esperar gratificaciones a cambio. ¡Es tiempo!