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martes, 10 de diciembre de 2024

¿Esta es la modernidad educativa de las que nos hablan cada día?

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Por Vianco Martínez
Fotos: César de la Cruz y Genris García

PADRE LAS CASAS, Azua:  Él se llama Daurys y ella se llama Talía. Mírenlos, Son dominicanos, tienen sueños y esperanzas y quieren estudiar y salir adelante. Como todos los niños dominicanos. 

Pero cada día tienen que enfrentar este calvario: caminar varios kilómetros loma arriba y loma abajo desde Fundo Viejo, el lugar donde viven, hasta El Gramazo, la comunidad donde está la escuela más cercana.

Tienen que cruzar este río -el río Grande-, enfrentar la soledad y peligros de los caminos y exponerse a las inclemencias del tiempo, todo para ir a tomar clases en su escuela.

En tiempos de lluvia, el río se vuelve más Grande y desencaja el «puente» fabricado por la comunidad que atan a un extremo con un cable para que no se lo lleve la corriente y volverlo a colocar cuando bajen las aguas.

Allí no llega el cacareado Transporte Escolar, del llamado Sistema Nacional de Transporte Estudiantil (TRAE) y los niños se desplazan por senderos al lomo de los animales y en la cola de una motocicleta de algún campesino que se cruce en su andar.

En esta zona, donde se unen el norte y el sur de la República Dominicana entre las provincias La Vega y Azua.

El Gramazo es un paraje del distrito municipal Las Lagunas, que a su vez pertenece al municipio de Padres Las Casas, en la provincia de Azua.

En estas alturas de la cordillera Central, hay veintidós comunidades que parecen detenidas en el tiempo, y solo hay diez escuelas, la mayoría centros de ficción levantados sobre los escombros del olvido.

Para algunos, es un paraíso en estas montañas.

Por estos cerros y hondonadas los caminos son de tierra y piedras.

Hay niños que no conocen el asfalto y adultos mayores que lo olvidaron.

¿Esta es la modernidad educativa que nos prometieron?