“Los errores son siempre perdonables, si uno tiene el coraje de admitirlos", Bruce Lee
La sociedad dominicana aún no se repone de lo ocurrido aquella infausta madrugada el marte 8 de abril en la icónica discoteca Jet Set, conocido centro de diversión nocturno, ubicado Santo Domingo, Distrito Nacional, asiento de la capital de la República Dominicana, luego de que el techo del establecimiento se viniera abajo quedando sepultados el cemento, así como varillas retorcidas, la esperanza, los sueños y los anhelos de cientos de ciudadanos y ciudadanas que ese día se “divertían” o simplemente la “pasaban bien” en el lugar.
El último comunicado oficial de víctimas de esa tragedia supera los 230 fallecidos, los heridos o lesionados es cercano a los 200, es decir, podemos imaginar el cuadro desgarrador, de dolor y de sufrimiento de familiares directos de las personas afectadas.
Antonio Espaillat, dueño del establecimiento de diversión, digamos “dio la cara” en poco tiempo, a través de un audiovisual colgado en sus redes sociales y aunque decía cosas con la intención de conectar, parecía no real, mientras el murmullo del imaginario colectivo sin decir una sola cosa le vía como responsable de la tragedia.
Sin reparar en la magnitud del terrible evento, evidentemente Espaillat no quería ocurriese, aunque no se hizo nada para evitarla, sus allegados, quienes forman parte de sus empresas comunicacionales, armaron una “tosca y torpe” narrativa para favorecerle. Pero era tarde, porque ya teníamos una opinión pública que emocionalmente estaba con las víctimas del suceso y, por tanto, no entendía nada que fuese admitir responsabilidad por el hecho.
Lo que debió ser el principio ha sido el final: ponerse a disposición de las autoridades, como primer paso para aclarar una tragedia que conmocionó a todo un país y luego la narrativa, poco convincente que el empresario intentó construir ante una opinión publica serena, pero cuestionadora a sus responsables directos.
En comunicación estratégica las palabras tienen un poder extraordinario, sobre todo, en la forma en cómo lo dices, juega un papel, pero en este caso tuvimos el “efecto halo”, en donde ya y sin decirlo, la opinión pública tenía su propia impresión de los hechos, que conforme avanzaban las horas iba desarrollándose exponencialmente.
En las guerras convencionales, los grandes estrategas militares han establecido que la mejor defensa es un buen ataque, frase aplicada en otros muchos ámbitos, como los juegos, una forma de estar siempre un paso adelante del enemigo a quien buscamos eliminar.
Sin embargo, pienso que en presente caso, que tiene en duelo a toda República Dominicana, tanto que la Semana Santa, nos conecta con décadas muy atrás, cuando todo constituía todo espacio de santidad, para el propietario del Jet Set su mejor defensa es el silencio.
El autor: es periodista, egresado UASD y actual secretario general Colegio Dominicanos de Periodistas (CDP), filial Barahona